jueves, 20 de febrero de 2020

AYDA MERLANO


Resulta forzoso opinar sobre el síndrome Merlano, máxime si nuestro escenario político local constituye el proverbial ejemplo electoral de las peores prácticas politiqueras de país. Veamos porqué y digámoslo de manera menos compleja: ¿Será que lo que hace que parezca más espectacular y más grave que en el resto del país el tramado de la llamada Casa Blanca de Barranquilla, a cargo de Ayda Merlano, son los sofisticados métodos de control de votos, votantes, líderes y mochileros de una campaña electoral? No, acá pasa lo mismo, incluso, se realiza en mejores casas que aquella de la capital del Atlántico. ¿Será, entonces, que lo que hace que sea escandaloso y rimbombante ese publicitado fenómeno de la ex senadora barranquillera es el involucramiento ilegal de dos o más poderosas familias de la costa y del país? No, porque los tentáculos burocráticos de esos mismos personajes, y ellos mismos en persona y totalmente de frente, también hacen presencia en La Guajira, detrás de los enormes atractivos del Sistema General de Participación y de las abultadas gangas de las regalías de la península indígena y afrocolombiana. La diferencia podría ser muy sutil y de grado, porque acá, durante muchos años, los propios gobernantes y congresistas tradicionales de La Guajira han realizado el triste y punible rol de líderes y mochileros al por mayor de aquellos. Algo peor y más grave aún, es la vocación de estas poderosas familias forasteras que tiene que ver con 1a extender su poder político regional a La Guajira, financiando campañas electorales de íntimos amigos y subalternos suyos, 2a- introducir prácticas de intervención administrativas en La Guajira, que socaban la deseable ruta de descentralización consagrada en la Constitución Política a favor de entidades territoriales locales. 3ª desarrollar abiertamente la conversión en RET, Región Entidad Territorial, las actuales RAP, para meterse en el bolsillo a La Guajira, como a cualquier bien mostrenco del siglo pasado y transformarla groseramente en rentable hacienda particular para engullírsela. Lo peor es que, sin lugar a dudas y sigilosamente, esto último está asociado con estrategias orquestadas desde la capital del país y desde el exterior, con algo que está planteado y avanzando a toda velocidad y sin escrúpulo de ninguna índole, como es la desbordada y abusiva proliferación de cientos de parques eólicos en territorio indígena protegido, principalmente, y sin que exista la más mínima salvaguardia, evidenciando la peor desconsideración constitucional de respeto de los derechos humanos internacionales del pueblo wayuu, a tal extremo que los juiciosos observadores pronostican preocupantes desenlaces disruptivos contra la paz y la tranquilidad social y económica de la península. (ver LA PRÓXIMA GUAJIRA 2, www.pensamientocaribe.blogspot.com).
Finalmente, que no se piense que fue en la Casa Blanca de Barranquilla, donde cayó asesinada la democracia de los colombianos. No, ese fue un simple pellizco que recibió la sociedad colombiana para que despierte y se sacuda de alguna plaga que le viene ocasionando rasquiñas. Que tampoco creamos que porque fueron quince mil millones de pesos, los que fulano y fulanito entregaron en un yate para torcerle el pescuezo a una equis campaña presidencial y asegurar el éxito a otra ye de la competencia, se piense que esa extraordinaria suma fue el colmo de los colmos, no, esa fue una de tantas pilatunas de nuestra clase política tradicional. Esa fue una miserable cifra, comparada con los volúmenes que se mueven en La Guajira para elegir a un simple congresista, gobernador o alcalde. En Uribia, para no ir muy lejos, esa cifra, la que dijo Ayda que se entregó en el yate de Julito, equivale a un simple avance, de los que aquí se hacen para pisar una negociación electoral. No nos confundamos, el país requiere de una gran transformación, todo el país, incluyendo obviamente La Guajira, necesita de una gran transformación. En eso tenemos que coincidir muy pronto. Algún día el país comprenderá que la gran virtud de Ayda Merlano fue haber destapado una olla podrida, y que su más espontánea confesión fue cuando dijo: Mi gran hazaña en mi vida ha sido haberme colgado de una cuerda.

miércoles, 5 de febrero de 2020

ROBLEDO Y FAJARDO


ROBLEDO Y FAJARDO       
Por: Armando Pérez Araújo
Tengo la necesidad de comenzar a opinar públicamente sobre éste curioso tema electoral, más allá de las simpatías que generen ambas opciones presidenciales. Digo que curioso tema, porque sorprende en demasía que de la misma camada política de uno y otro actor alternativo, la llamada Coalición Colombia, COCO, salgan a la palestra de las candidaturas presidenciales, casi simultáneamente, dos de sus mejores exponentes para medir la popularidad individual de cada uno de ellos y el respaldo popular de sus respectivos bienquerientes a sus tesis, programas y posibilidades en los amplios y diversos terrenos de los complicados espacios del mapa político del país. Además, porque en nuestro caso nos resulta interesante, oportuno y coyuntural poder comprobar la viabilidad de medirle el aceite a todo lo que hemos venido defendiendo y divulgando, respecto a que lo que hay que hacer primero en La Guajira es ampliar las garantías de la fruncida democracia que tenemos. Lo explico de la siguiente manera: acá hemos venido predicando la incontrovertible tesis de que en primer lugar, y si es que es verdad que queremos ser consecuentes con los agónicos estertores del corazón político de La Guajira, resulta inaplazable y prioritario modificar y corregir la estructura del poder político, empezando por equilibrar la desnivelada proporcionalidad que tenemos en el Congreso de la República, donde no hay ninguna garantía de acceso, ni cabida para la alternatividad. Aquí se nos hace indispensable advertir y enfatizar en que no se trata de una simple cuestión partidista, a favor, o en contra de alguna colectividad o secta política, facción, estructura o empresa política familiar, tampoco de animadversión en contra de algún Senador de la República o de Representante a la Cámara, porque la finalidad es, simplemente, poder elegir desde ahora en adelante, por lo menos un Senador de la República y un Representante a la Cámara alternativos, con asiento, origen y principal respaldo electoral en La Guajira, escogidos mediante claras y adecuadas reglas democráticas, sin injerencia o interferencia política o financiera de ninguna casa o estructura política tradicional, local, regional o nacional, y absolutamente comprometidos con una precisa agenda política de transformación del rumbo de este departamento.
El experimento o ensayo que deseo proponer a los líderes y dirigentes políticos y sociales del departamento, parafraseando al Senador Jorge Enrique Robledo Castillo, a la manera de un GRAN PACTO ALTERNATIVO POR LA GUAJIRA, es el siguiente: que JORGE ENRIQUE ROBLEDO, SERGIO FAJARDO VALDERRAMA y LOS DEMÁS CANDIDATOS PRESIDENCIALES ALTERNATIVOS QUE SALGAN MÁS ADELANTE A LA PALESTRA DE LAS CANDIDATURAS PRESIDENCIALES, insisto, todos, en su momento sean invitados a La Guajira por quienes compartamos esta sana iniciativa, y bajo el rigor de claras reglas comunes, para que expongan y difundan sus ideas políticas y propuestas, en los auditorios y espacios que se seleccionen para esos efectos. Este ejercicio estratégico, de aparente mecánica política y de cálculo electoral, además, supone que constituye un fundamental salto para sacar adelante las causas relativas a combatir la crisis generada por la corrupción y la exclusión. Exhorto a todas las fuerzas o expresiones de la política, a los movimientos y organizaciones, líderes indígenas y afrodescendientes, a comenzar a debatir en sus ámbitos esta propuesta.
De lo que se trata ahora, le explicaba en una reunión a uno de mis amigos, es de salvarle el pellejo a La Guajira y de no permitir, entiéndase bien, no permitir que so pretexto de defender causas, caudillos, o posiciones banderizas nacionales, permitamos que en nuestras barbas se desterritorialice a La Guajira y que la peste de la corrupción se trague las posibilidades de enderezar el rumbo de esta hermosa y rica región del país. Creo que aquí hay capital humano suficiente para sacar adelante esta iniciativa, aunque, desde ya, podemos adivinar que no será fácil la tarea, dada la irrazonable tendencia de no pocos personajes de blandir la espada de la división, en vez de enarbolar las banderas del bien común y la justicia de la gente de este departamento. Los presidenciables alternativos que deseen poner a consideración sus tesis y sus programas en los espacios de La Guajira tendrán que informar que aceptan públicamente el reto de contribuir con este experimento democrático de respeto y unidad local o, contrario sensu, que se mantienen en la ruta de ejercer a su manera el derecho a participar.