jueves, 29 de diciembre de 2016

CLAUDIA LÓPEZ

Por Armando Pérez Araújo
 No necesita mayor presentación esta mujer que ha protagonizado enormes debates desde adentro y fuera del Congreso, a donde dice no querer regresar por razones de todo tipo, principalmente, éticas y de pudor político. Su carácter es tal vez su mayor herramienta, lo mismo que la profundidad de sus investigaciones y denuncias. Si quisiéramos encontrarle peros a su desempeño político podría ser porque se deja sacar la piedra fácilmente en sus recurrentes agarradas e...n el parlamento y a través de los medios de comunicación, también porque es susceptible de perder el equilibrio cuando tiene que definir posiciones alrededor de temas gruesos de la suerte de la paz de los colombianos. A Santos, por ejemplo, en algunas ocasiones le dio duro y parejo, inclusive, en ciertos temas troncales y sensibles del Acuerdo de Paz de La Habana. A Uribe Vélez, el más aguerrido opositor del presidente, también lo ha encarado con la mayor drasticidad en asuntos realmente delicados. A la Farc, innecesariamente, en los prolegómenos del Acuerdo Final, no las bajaba de criminales, cuando la prudencia de alguien que estuviese pensando en regir los destinos de una nación que clama la paz debería indicarle mesura y delicadeza. Es posible que esa falta de sutileza en la retórica política sea lo que más le atraiga al pueblo de Colombia, cansado y hastiado de tanta demagogia y palabrerío de la tradicional politiquería. Los recientes desencuentros con casi la totalidad de sus colegas del Senado de la República, a propósito de su planteo de reducir los salarios de los congresistas deberían generarle una explicable y obvia antipatía frente a la clase política, es decir, ante los dueños de los votos en cada una de las regiones colombianas. Pero, insisto, no descartemos que el músculo del poder electoral de la vieja política esté desgastado y sea esta joven congresista la que encienda las luces de una agresiva y aplastante batalla electoral. Su primer round será en el seno de su partido, dentro del cual tendrá que despedazar a Sergio Fajardo para después enfrentarse al resto de candidatos, entre quienes se encontrará el candidato del colectivo de la paz, al parecer, Humberto de la Calle. Su carta en este último tramo de su carrera por la Presidencia será la misma que ha mostrado en la apertura de su postulación: no es posible implementar los acuerdos de paz sin antes vencer y domesticar la corrupción. Su caballito de batalla será la lucha contra la corrupción y esa es una atractiva bandera.