ROBLEDO Y FAJARDO
Por: Armando
Pérez Araújo
Tengo la necesidad de comenzar a opinar públicamente sobre
éste curioso tema electoral, más allá de las simpatías que generen ambas
opciones presidenciales. Digo que curioso tema, porque sorprende en demasía que
de la misma camada política de uno y otro actor alternativo, la llamada
Coalición Colombia, COCO, salgan a la palestra de las candidaturas
presidenciales, casi simultáneamente, dos de sus mejores exponentes para medir
la popularidad individual de cada uno de ellos y el respaldo popular de sus
respectivos bienquerientes a sus tesis, programas y posibilidades en los amplios
y diversos terrenos de los complicados espacios del mapa político del país. Además,
porque en nuestro caso nos resulta interesante, oportuno y coyuntural poder
comprobar la viabilidad de medirle el aceite a todo lo que hemos venido
defendiendo y divulgando, respecto a que lo que hay que hacer primero en La
Guajira es ampliar las garantías de la fruncida democracia que tenemos. Lo
explico de la siguiente manera: acá hemos venido predicando la incontrovertible
tesis de que en primer lugar, y si es que es verdad que queremos ser
consecuentes con los agónicos estertores del corazón político de La Guajira,
resulta inaplazable y prioritario modificar y corregir la estructura del poder
político, empezando por equilibrar la desnivelada proporcionalidad que tenemos
en el Congreso de la República, donde no hay ninguna garantía de acceso, ni
cabida para la alternatividad. Aquí se nos hace indispensable advertir y
enfatizar en que no se trata de una simple cuestión partidista, a favor, o en
contra de alguna colectividad o secta política, facción, estructura o empresa
política familiar, tampoco de animadversión en contra de algún Senador de la
República o de Representante a la Cámara, porque la finalidad es, simplemente,
poder elegir desde ahora en adelante, por lo menos un Senador de la República y
un Representante a la Cámara alternativos, con asiento, origen y principal
respaldo electoral en La Guajira, escogidos mediante claras y adecuadas reglas
democráticas, sin injerencia o interferencia política o financiera de ninguna
casa o estructura política tradicional, local, regional o nacional, y absolutamente
comprometidos con una precisa agenda política de transformación del rumbo de
este departamento.
El experimento o ensayo que deseo proponer a los líderes y
dirigentes políticos y sociales del departamento, parafraseando al Senador
Jorge Enrique Robledo Castillo, a la manera de un GRAN PACTO ALTERNATIVO POR LA
GUAJIRA, es el siguiente: que JORGE
ENRIQUE ROBLEDO, SERGIO FAJARDO VALDERRAMA y LOS DEMÁS CANDIDATOS
PRESIDENCIALES ALTERNATIVOS QUE SALGAN MÁS ADELANTE A LA PALESTRA DE LAS
CANDIDATURAS PRESIDENCIALES, insisto, todos, en su momento sean invitados a
La Guajira por quienes compartamos esta sana iniciativa, y bajo el rigor de
claras reglas comunes, para que expongan y difundan sus ideas políticas y
propuestas, en los auditorios y espacios que se seleccionen para esos efectos. Este
ejercicio estratégico, de aparente mecánica política y de cálculo electoral,
además, supone que constituye un fundamental salto para sacar adelante las
causas relativas a combatir la crisis generada por la corrupción y la exclusión.
Exhorto a todas las fuerzas o expresiones de la política, a los movimientos y
organizaciones, líderes indígenas y afrodescendientes, a comenzar a debatir en
sus ámbitos esta propuesta.
De lo que se trata ahora, le explicaba en una reunión a uno
de mis amigos, es de salvarle el pellejo a La Guajira y de no permitir,
entiéndase bien, no permitir que so pretexto de defender causas, caudillos, o
posiciones banderizas nacionales, permitamos que en nuestras barbas se
desterritorialice a La Guajira y que la peste de la corrupción se trague las
posibilidades de enderezar el rumbo de esta hermosa y rica región del país.
Creo que aquí hay capital humano suficiente para sacar adelante esta
iniciativa, aunque, desde ya, podemos adivinar que no será fácil la tarea, dada
la irrazonable tendencia de no pocos personajes de blandir la espada de la
división, en vez de enarbolar las banderas del bien común y la justicia de la
gente de este departamento. Los presidenciables alternativos que deseen poner a
consideración sus tesis y sus programas en los espacios de La Guajira tendrán
que informar que aceptan públicamente el reto de contribuir con este
experimento democrático de respeto y unidad local o, contrario sensu, que se
mantienen en la ruta de ejercer a su manera el derecho a participar.
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