El Principio de Oportunidad, carrotanques, ollas podridas y lo que
pienso de Lucho Gómez y del Ministro Velasco
Por Armando Pérez
Araújo
Me contrataron para que les hiciera caso, es decir, para que les obedeciera, fue lo que dijo
el ex subdirector de la UNGRD, Sneyder Pinilla, en escuetas y aparentemente
sinceras explicaciones dadas al periodista Daniel Coronel, en entrevista exclusiva
concedida en el 30 de abril de 2024. Este simple anuncio, de poner a funcionar
el tremendo ventilador contra sus cómplices y coautores, constituyó la
advertencia clara del ingeniero Pinilla, de que pretendía un ineludible empujón
a la Fiscalía General de la Nación, para desatrancar las puertas del principio
de oportunidad que, de contera, colocará en ascuas al gobierno nacional que,
recordemos, originalmente obró como denunciante penal contra Olmedo López, el supuestamente
más implicado, ante la autoridad competente, a través de noticia criminal
interpuesta por el Secretario de Transparencia, doctor Idárraga, que tambaleó,
se cayó y se levantó, en el momento en que se sintió el primer soplo del
anunciado ventarrón. Sin tanto rodeo, el señor Pinilla, sugirió vagas señales de
quiénes serían sus principales determinadores o cómplices del descomunal hecho
de corrupción, añadiendo que esas personas, sus mentores, entre ellos el desmedido director Olmedo López,
se estarían haciendo los de la vista gorda, vale decir, que lo estaban tratando
como al más huevón del grupo
delincuencial, dicho así por él de esa manera textual, señalando, entre otras
personalidades públicas, a alguien de la mayor cercanía con el presidente
Petro, también a un Ministro, por lo menos a un miembro de la Cámara de
Representantes, un Senador de la República y un servidor público que todavía trabaja
en la entidad. Muy pronto, el breve y cruel paso del tiempo, y el tamaño del
estruendo, se encargaron de corroborar lo dicho por el forzado deponente,
doctor Pinilla, provocando la caída inverosímil de la consejera presidencial,
doctora Sandra Ortiz, haciendo trastabillar la imagen del Ministro Velasco, la de
Carlos Ramón González y las de los presidentes de ambas cámaras, Iván Name y
Andrés Calle. No pertenece a este contexto el coletazo que ocasionó la salida
del Partido Verde del doctor Antanas y de la doctora Claudia López, razón por
la cual deliberadamente los excluyo del análisis de los intríngulis de este
primer trancazo de la crisis.
En medio de esta tormenta de intercambio de injurias y
calumnias, de dimes y diretes, de toma y dame, de la repugnante feria de
zancadillas contra el gobierno nacional, quiero meter la mano por el Ministro
del Interior, Luis Fernando Velasco, a quien no conozco personalmente, pero de
quien tengo la mejor percepción como demócrata y persona decente. Lo defiendo
con la misma autoridad e independencia que invoqué cuando expliqué públicamente
que lo que estaba ocurriendo en La Guajira, en términos de gobernabilidad y
gobernanza, era producto del régimen del Ministro del Interior de entonces,
doctor Alfonso Prada, quien, gracias a él, siguieron encaramados, sobrados y
oxigenados en el gobierno de Petro, el que elegimos los soñadores y
progresistas de La Guajira, los adversarios, incluso, los enemigos del señor
Presidente. Gracias a ese insólito diseño del cambio y de las transformaciones
en este departamento, en las pasadas elecciones territoriales obtuvimos el peor
de todos los fracasos electorales de la historia de las fuerzas alternativas y
democráticas de esta afligida región del país.
También pongo mis manos en la candela por la honradez
y pulcritud de Lucho Gómez, porque lo conozco muy bien. A Lucho se le pueden
achacar los errores electorales de sus alianzas inconvenientes o inadecuadas en
las elecciones territoriales, destacando que ello fue producto del pésimo
diseño del doctor Prada, jamás de haber participado, mucho menos cohonestado
con la dinámica del señor Olmedo López ni de Pinilla. Recuerdo muy bien el
contrapunteo entre Olmedo y Lucho, generado por las críticas públicas que éste
le hacía al director de UNGRD. Haber tirado al ruedo a Lucho, al circo de la
peor descomposición, cuando lo designaron Gerente de La Guajira, para combatir
el hambre la pobreza y la corrupción, amparado en un simple contrato de
servicios, sin competencias constitucionales, fue un infame despropósito constitucional
del hoy embajador Prada.
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