Cuando me dicen que Araújo sí es
presidenciable, o cuando me expresan, por ejemplo, que con Araújo sí es
posible, así en tono afirmativo y certero, que son las frases que hemos
escuchado frecuentemente de labios de colectivos colombianos de diferentes
niveles y rincones de la sociedad nacional, inmediatamente entendemos que se
están refiriendo a la coherencia, solidez y preparación académica del
precandidato, yo prefiero decir candidato, Jaime Araújo Rentería, incluso, a su
potencialidad política y arraigo popular de sus trascendentales tesis sobre el
funcionamiento constitucional del Estado, así no aparezcan las evidencias
estadísticas en algunos ejercicios de las empresas encuestadoras. Lo que
ocurre, en todo caso, en cada escenario intelectual, académico, indígena, de gremios
de trabajadores o pensionados, de comunidades afrocolombianas, de víctimas, de
empresarios, en espacios de jóvenes y mujeres, con la viabilidad presidencial
del ex magistrado de la Corte Constitucional, es un poco parecido al explícito
sentimiento seudo religioso denominado Vox
populi, vox Dei, claro, obviamente moderado y regulado, en cierta forma
guiado por la razón, como recientemente fue introducido y explicado por el
propio candidato presidencial a propósito de una tesis suya, cuando hablaba del
temor que las izquierdas y derechas, insensatas, le guardan al fantasma que ven en el poderío político
de la palabra pueblo. No hay duda,
pues, que Araújo es presidenciable. Aunque nuestra intención no pretende
descalificar a nadie, es inevitable que algunos se sientan aludidos y aludidas.
En todo
caso, el planteo nuestro, hasta aquí, quiero que nos sirva para denotar que una
de las fortalezas del ex presidente de la Corte Constitucional, a la par de sus
ejecutorias jurisprudenciales y a lo bien fundamentado de su discurso académico en los diferentes estadios de la sociedad colombiana, es que ello es totalmente distinto de lo que ocurre con los dimes y diretes del ochenta por ciento de los
precandidatos zambullidos en los albañales de la corrupción, de traiciones,
conspiraciones, grabaciones, juicios, videos, degradación del vocabulario
institucional. Araújo, está en lo que
está, en lo que siempre ha estado, por ejemplo, defendiendo el grueso asunto de
los derechos, del acceso de los derechos en temas como los de una reforma agraria,
como tiene que hacerse y está consagrada en el Acuerdo de la Habana, asuntos como
los de una profunda reforma política como los plantea en los escenarios de las
universidades públicas y privadas, en los sindicatos, en fin, Araújo Rentería, aprovecha
cualquier posibilidad para incidir positivamente a favor de una Asamblea
Nacional Constituyente de carácter popular. Recientemente, conjuntamente con un
grupo de ciudadanos, planteó la necesidad de consultarle al soberano la
viabilidad constitucional y legal de la realización una Asamblea Nacional
Constituyente con el visto bueno o beneplácito del pueblo colombiano, postura
que le granjeó un inusitado apoyo y respetabilidad de los sectores académicos,
salvo el desconcertante y lambón trino de un exministro de justicia del
gobierno anterior, en el que dijo que esa solicitud del doctor Araújo Rentería
era una especie de propuesta a un golpe de estado. Uno comprende que haya gente
del común diciendo sandeces por las redes, incluso, gente que quieren posar de
presidenciables pidiéndoles a los gringos intervención militar para sacar a
Petro, lo que uno no comprende es cómo un bárbaro que sostiene eso que sostuvo
el susodicho ex ministro, con el único prurito de atacar un mecanismo de
participación democrática, haya podido acceder a tan importante dignidad,
Ministro de Estado.