lunes, 14 de julio de 2025

Los errores de la derecha, según Sebastián.


Por Armando Pérez Araújo

Recientemente los medios de comunicación y la opinión política colombiana fueron estremecidos por una carta política muy bien jalada de un ciudadano común y corriente, emprendedor del negocio de hacer hamburguesas, que confiesa no ser político ni opinador controlado por empresarios políticos, lo que ya es una gran ventaja en términos de independencia, que revela, hay que admitirlo, que es justo que se le reconozca como buen observador y mejor analista político, a quien se le está promocionando y publicitando por los medios masivos como el gran descubridor del agua tibia en su reciente rol de pensador electoral. Sin quitarle méritos a su obra diagnóstica, menos que sus principales fuentes son los pequeños grupos de estudiantes de La Libre y los meseros de su negocio de comida, con los que diariamente echa carreta sobre la situación política y social del país, llama profundamente la atención que uno de sus principales descubrimientos fue que la oposición colombiana se ha anclado en la inamovible aseveración o predicción de que Petro se caerá antes del 26, o que, a más tardar tal día del mismo año lo derrocarán o lo derrotarán estruendosamente, unos juran que ello ocurrirá electoralmente en marzo, otros menos optimistas que no pasará del mes de junio, en fin, dice que los opositores de Petro dicen cosas, con admirable convencimiento, como si ellos conocieran la próxima historia de Colombia y que esta fuese una especie de línea recta, además, como si ellos, los miembros de la anclada y estulta oposición, puedan adivinar que lo que vendrá para la suerte del país será la resucitación del anacrónico modelo político anterior al del presidente Gustavo Petro. El primíparo y popular analizador, que sorpresivamente fue fichado online por el acreditado noticiero de Julio Sánchez Cristo, responde al nombre de Sebastián Sanint, quien, sin hacer el mayor esfuerzo intelectual, ni ejercicio estadístico alguno, infiere que tremenda estupidez de la derecha política es sólo comparable a la ceguera de los opositores de Petro, a quienes éste calificó de neofascistas del Congreso de la República, porque se opusieron a la reforma laboral propuesta y defendida por el gobierno nacional. Según la revelación del popular personaje, la oposición de hoy no tiene ningún relato, ni siquiera cuenta con proyectos, ni mucho menos nortes, sólo tiene rabia, viudez del poder y un poco de disciplina, en el caso de los llamados uribistas, pero que hoy se halla íngrima, escuálida como dijera el presidente Chávez en algún momento. Según él, el analista Sebastián, los opositores al gobierno convergen en que Petro es simplemente una anomalía que se corregirá en las urnas y, algo peor, los califica simplemente como pequeños grupos y líderes que se venden al mejor postor, que practican el vacacional y ocasional deporte de ejercer la oposición, mientras negocian contratos, su verdadero oficio, que son personas que no convencen, porque no proponen, ya que todo lo de ellos es mera reacción, nada les huele a propio, insiste, mientras tanto, protestan porque Petro juega con los cargos y la chequera del gobierno, como si eso les pareciera extraño y raro en la política colombiana, o, porque domina el miedo y administra la esperanza, y dizque porque tiene el monopolio del relato del cambio, porque habla del campesino, de justicia social y reconocen que Petro tiene discurso. Al presidente lo acusan de tener aliados como Armandito y Roy, imposibles de defender en público, pero imposibles de derrotar en campaña, como si ellos, los hoy pulcros opositores, jamás hubiesen contado con ambos como parte del grueso de las huestes de las que ellos han sido sobresalientes soldados. Finalmente, al parecer, a los opositores en su ceguera les importa un sieso su condición de excorruptos de la política.

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