LA CIENAGA
GRANDE
Hicimos un
recorrido por la Ciénaga Grande de Santa Marta, en un plan de entretenimiento y
verificación de las recientes denuncias sobre los ataques a que ha sido
sometida su estructura ecológica. No fue necesario medir con instrumentos la
ciénaga para comprobar lo que está sucediendo, en términos de catástrofe
ambiental. En este país del Sagrado Corazón se han estado robando a pedazos
este lugar declarado reserva de la biosfera mundial por la Unesco y clasificado
como sito Ramsar por sus características ecológicas especiales. Y no se han
estado robando la ciénaga con alambre de púa y papel sellado, como ocurría con
los despojos habituales en el resto del país, sino con buldóceres,
retroexcavadoras y bombas de succión, con el fin de desecar los humedales y
convertirlos en haciendas ganaderas y extensas fincas sembradas de palma. Es posible
que parte de esta orquestación de estatales y particulares hubiese estado
acompañada de acciones criminales de los paramilitares como las masacres
perpetradas en los pueblos palafíticos de Trojas de Cataca y Nueva Venecia (año
2000). A estas alturas del desastre mundial, la ciénaga debería llamarse
Ciénaga Grande del Mundo y no simplemente de Santa Marta, el Procurador General
de la Nación, en vez de estar jodiendo contra la paz, debería haber
implementado expedientes y sanciones ejemplares, además, coadyuvar a la
Superintendencia de Notariado para que les sean restituidas a la sociedad
internacional las numerosas hectáreas amputadas a la estructura ecológica de
esta riqueza de la humanidad.
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