TOMADO DE LA EDICIÓN 63 DE LA REVISTA PENSAMIENTO CARIBE
Por Antagónico Franco
La decisión de Gustavo Francisco de volver
imprescindible a Armandito no debería convertirse en el objetivo del poder
mediático para masacrar al controvertido exembajador de la FAO. Masacrar al amigo del presidente para hacerle
oposición al presidente no tiene por ningún lado la lógica y ética periodística
que requiere este momento de transformaciones truncadas, al menos que se
pretenda transitar por los caminos de la violencia política. Lo digo de otra
manera, un poco más escatológica o excremental, como lo dijera un célebre padre
de la patria: lo que podría ser el gran problema, es decir, que el presidente
haya vuelto imprescindible a uno de los conductores de su campaña a la
presidencia, no debería servirle a la oposición para confundir la mierda con la
pomada. Armandito, gústele o no a sus
colegas periodistas o a sus colegas de la política colombiana, tiene sus atractivos
en el mundo del espectáculo político, también en el mundo de los roles del
poder, y no podría ser, Armandito, la excepción, para que este presidente lo
tenga en cuenta y lo reclute, en momentos de sobrevinientes aprietos políticos,
incluso, electorales, si es que le da la soberana gana, cuando así lo
considere, y parece que así ha sido, porque es indiscutible que el lenguaraz
político barranquillero puede ayudarle a remar en las hediondas aguas del
congreso. Eso no tiene necesariamente que revolverse con los extemporáneos
argumentos feministas relacionados con los mediáticos bochinches de Armandito
con Laura o con Adelina. Tengo que reconocer que me parecieron correctos los
ingredientes sumados a la discusión por el muchacho Juan David, Ministro de
Cultura, a propósito del rifirrafe periodístico sostenido con los Danieles. Ahora
bien, que quede claro que no estamos exonerando a Armandito de nada, porque no se
trata de exculparlo de sus pretéritas cagadas, simplemente es que el país no
debería seguir sometido a un régimen de opiniones que pretende abrirse paso en
los caminos del poder, atropellando las lógicas de la democracia, sobretodo del
sentido común. El muchacho Juan David, con el mayor desparpajo, admite estar
complacido con la llegada de Armandito al tercer piso de la casa de Nariño,
defendiendo su rol de experto y confiable aliado en la estrategia de lidiar los
incendios derivados de los comprobados excesos de la mayoría de los
congresistas de la oposición, incluso, de los otros. Ya le dije a mi compadre
Inocencio que, si yo fuera Gustavo Francisco, nombraría ipso facto, de manera inmediata, a Armandito como Ministro del
Interior pa ´que se acabe la vaina y definitivamente alejar el demonio del
golpe blando. Sólo así se podrían desembarazar los caminos de la paz total y de
las benditas reformas en los que amanecemos cualquier día embarcados y el
siguiente sin saber si se caen las estanterías de los proyectos banderas del
cambio.