viernes, 13 de diciembre de 2024

EL PROBLEMA NO ES ARMANDITO

 

TOMADO DE LA EDICIÓN 63 DE LA REVISTA PENSAMIENTO CARIBE

Por Antagónico Franco

La decisión de Gustavo Francisco de volver imprescindible a Armandito no debería convertirse en el objetivo del poder mediático para masacrar al controvertido exembajador de la FAO.  Masacrar al amigo del presidente para hacerle oposición al presidente no tiene por ningún lado la lógica y ética periodística que requiere este momento de transformaciones truncadas, al menos que se pretenda transitar por los caminos de la violencia política. Lo digo de otra manera, un poco más escatológica o excremental, como lo dijera un célebre padre de la patria: lo que podría ser el gran problema, es decir, que el presidente haya vuelto imprescindible a uno de los conductores de su campaña a la presidencia, no debería servirle a la oposición para confundir la mierda con la pomada.  Armandito, gústele o no a sus colegas periodistas o a sus colegas de la política colombiana, tiene sus atractivos en el mundo del espectáculo político, también en el mundo de los roles del poder, y no podría ser, Armandito, la excepción, para que este presidente lo tenga en cuenta y lo reclute, en momentos de sobrevinientes aprietos políticos, incluso, electorales, si es que le da la soberana gana, cuando así lo considere, y parece que así ha sido, porque es indiscutible que el lenguaraz político barranquillero puede ayudarle a remar en las hediondas aguas del congreso. Eso no tiene necesariamente que revolverse con los extemporáneos argumentos feministas relacionados con los mediáticos bochinches de Armandito con Laura o con Adelina. Tengo que reconocer que me parecieron correctos los ingredientes sumados a la discusión por el muchacho Juan David, Ministro de Cultura, a propósito del rifirrafe periodístico sostenido con los Danieles. Ahora bien, que quede claro que no estamos exonerando a Armandito de nada, porque no se trata de exculparlo de sus pretéritas cagadas, simplemente es que el país no debería seguir sometido a un régimen de opiniones que pretende abrirse paso en los caminos del poder, atropellando las lógicas de la democracia, sobretodo del sentido común. El muchacho Juan David, con el mayor desparpajo, admite estar complacido con la llegada de Armandito al tercer piso de la casa de Nariño, defendiendo su rol de experto y confiable aliado en la estrategia de lidiar los incendios derivados de los comprobados excesos de la mayoría de los congresistas de la oposición, incluso, de los otros. Ya le dije a mi compadre Inocencio que, si yo fuera Gustavo Francisco, nombraría ipso facto, de manera inmediata, a Armandito como Ministro del Interior pa ´que se acabe la vaina y definitivamente alejar el demonio del golpe blando. Sólo así se podrían desembarazar los caminos de la paz total y de las benditas reformas en los que amanecemos cualquier día embarcados y el siguiente sin saber si se caen las estanterías de los proyectos banderas del cambio.

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