sábado, 11 de octubre de 2025

OLOR A PETRÓLEO


Por Armando Pérez Araújo

La gran verdad es que la señora María Corina Machado, sin desconocerle sus evidentes atributos de líder política ultraderechista venezolana, era la menos indicada para que hubiese sido considerada para optar por el deslustrado galardón de Oslo. Su escogencia era la menos aconsejada si lo que se pretendía era premiar sus esfuerzos por la paz de su país o de la región latinoamericana, dado que en no pocas ocasiones gestionó, incluso, suplicó injerencias y arremetidas violentas del imperial poder norteamericano contra la estabilidad democrática de su país. Prueba de su dependencia mental y política de los trazados abusivos de Washington contra la independencia venezolana fue que, inmediatamente le avisaron de haberse ganado el desprestigiado premio, sin pudor ni pérdida de tiempo se abalanzó a llamar de rodillas al anti latinoamericanista presidente Trump a ponerle a su disposición la ridícula medalla y, algo peor que eso, reconocer ante la opinión pública internacional que el desconcertante premio lo aceptaba como un honor que deseaba ofrecérselo como en una especie de homenaje al atrabiliario gobernante del norte.

A estas alturas del partido no se sabe muy bien si el susodicho Premio Nobel de la Paz, obsequiado a la señora Machado por hipócrita cortesía de Washington, contribuye más a denigrar del marchitado prestigio de la controvertida líder, o si, al contrario, habérselo otorgado sin vaselina a una aguerrida partidaria de Trump y de Benjamín Netanyahu, termina enterrando el dudoso valor moral del antes significativo diploma, para no hablar de sus devaneos y complicidades con los enemigos de la paz de los colombianos.

Creemos que la monumental incoherencia del Comité Noruego del Nobel, señalando a Machado ganadora del premio "por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha para lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia", constituye el más alto grado de corrupción a que ha llegado el accidentado recorrido del famoso pergamino. Mucha razón tienen quienes afirman sus fundadas sospechas de que en los salones del comité sueco aún se percibe el fétido olor a petróleo, sugiriendo alguna relación causal entre la inusitada condecoración, con los desaforados y explícitos apetitos del crudo

1 comentario:

  1. Excelente. Lo compartiré en mis redes. Siempre he sostenido que la señora Machado sólo es un agente de la CIA para desestabilizar a América Latina en lo que refiere a Venezuela

    ResponderEliminar