miércoles, 20 de marzo de 2024

 

CARROTANQUES y los 6 criminales de Lombroso

Por Armando Pérez Araújo

Varias lecciones hemos aprendido de las disímiles versiones del escandaloso chanchullo de carrotanques de La Guajira. La sola palabra carrotanque quedó estigmatizada por culpa de las travesuras del doctor Olmedo y sus poderosos amigos del partido conservador y demás aliados.  La otra expresión, La Guajira, viene siendo desacreditada desde hace décadas por cuenta de la oprobiosa agresividad discriminatoria en el plano territorial y por los señalamientos de la generalizada corrupción que exageradamente se le atribuye. En este caso de los carrotanques, la prensa y la gente se han encargado de repartir información al por mayor, con tanta generosidad, que el país se ha enterado y comprobado que estamos frente a una increíble cadena de delitos del orden nacional, cometidos por miembros de un bien entrenado enjambre de politiqueros, suficientemente adiestrados, consagrados y comprometidos, más allá, de las simples implicaciones que el ciudadano común y corriente le achaca al masacrado Olmedo López, director saliente de la desprestigiada UNGRD. Dicho sea de paso, este personaje de la farándula política paisa, se dice que debió haber llegado a la entidad con el beneplácito adicional y colectivo del sanedrín del presidente Petro, toda vez que provenía de una poderosa fuerza política, llamada dizque decente, que se dice estuvo apoyando la campaña presidencial del actual mandatario. Todo esto para afirmar que esa inapropiada rutina, es decir, la arraigada tendencia de la godarria de cogobernar con el presidente Petro, apoyándose sin sonrojarse ni avergonzarse en el prestigio y popularidad de éste, estragando y aprovechando el presupuesto de las comunidades en beneficio propio, que es lo que viene ocurriendo en el caso de marras y en la generalidad de asuntos en los que se han tirado la imagen y estabilidad del gobierno progresista que hemos elegido.

Por todo lo anterior me atrevo a decir que no sería justo que a Olmedo López se le cuelgue el inri de ser el único titular del rol de ser el jefe y responsable de la coordinación de las tareas relacionadas con el negocio de los desacreditados vehículos transportadores del inexistente líquido. La gran verdad, es que él, Olmedo, vendría siendo como una especie del súcubo, que es algo así como la víctima fatal del engranaje politiquero y criminal, según la estricta clasificación realizada por Lombroso, Garófalo y Ferri, fundadores o representantes del positivismo criminológico, conocido también como Nuova Scuola de la ciencia penal.

 Lo cierto es que el tamaño del cipote embrollo y la cantidad de personalidades enredadas en este negocio de los carrotanques y quién sabe en cuántos otros, revelan que se trata de una gran cantidad de personas y personalidades por fuera de la ley y decencia del gobierno, comandadas por un conocido Senador de la República, quienes conformaron bajo el mando de éste un entramado delictivo que controla no sólo el portafolio de un centenar de carrotanques y supuestamente veinte carros de bomberos, sino también el rentable y criminal renglón de la compraventa masiva de votos en territorio indígena, auspiciada y alcahueteada por líderes locales y departamentales.

La estructuración de este fenómeno es tan evidente e inequívoca que llegué a pensar, porque ello salta a la vista, que habría un asunto atinente al fenómeno de la victimización que, de acuerdo con la doctrina victimológica, en este caso concreto, debería hacerse una rigurosa clasificación, usando los tres criterios básicos estructurados al momento de la producción del daño victimal, lo cual impondría la necesidad de analizar desde la víctima propiciatoria, Olmedo, y del comisor, individual y colectivo, asunto que no está individualizado.

Para justificar un poco al doctor Olmedo López, sin pretender exculparlo del todo, veo más expedita la vía recomendada y desarrollada por Lombroso en su Tratado antropológico experimental del hombre delincuente, se dice que, con marcada influencia de Charles Darwin, para lo cual tendríamos que ocuparnos de examinar, caso por caso, delincuente por delincuente, el cráneo de los seriamente implicados, ojalá de todas y todos ellos, para establecer si en la plataforma delincuencial real del negocio de los carrotanques, estaríamos en presencia de criminales natos, advirtiendo que este tipo de delincuente tiene rasgos físicos concretos como un cráneo pequeño, la frente hundida o un abultamiento de la parte inferior de la cabeza. A nivel psicológico, destaca su carácter impulsivo, cruel, con falta de sentido moral e insensible. O podríamos estar azotados por la presencia del prototipo del Delincuente loco moral, que según la regla lombrosiana, este criminal debería tener un cráneo con una capacidad igual o superior a la normal, pero suele tener una mandíbula voluminosa. Los rasgos distintivos se encuentran sobre todo a nivel psíquico, es decir, personas antipáticas, egoístas, vanidosas e inteligentes, así como crueles e indisciplinadas. También deberíamos saber si dentro del combo habría un delincuente epiléptico, porque para Lombroso la epilepsia es un rasgo de criminalidad y considera a los delincuentes que la padecen como más peligrosos que los locos morales. Se dice que son vagos, destructivos, muy violentos y con tendencia al suicidio. Otro caso para dilucidar sería el del Delincuente pasional. En este caso, Lombroso no fija rasgos físicos concretos, pero sí una horquilla de edad, entre los 20 y los 30 años. Más de un tercio de los delincuentes pasionales son mujeres, según el médico italiano. En general, muestran conmoción tras el acto criminal y tienden a confesar y suicidarse tras realizarlo. De la misma manera mirar la posibilidad de hallar al Delincuente loco, resaltando que este tipo de delincuentes son enfermos mentales que no son responsables de sus actos al carecer de capacidad de razonamiento. Hay tres tipos de delincuentes locos: el histérico, el alcohólico y el mattoide. Este último es el que delinque por impulso, cruzando la línea de la cordura y la locura. La otra posibilidad es que estemos ante el caso del Delincuente ocasional, en el entendido que Lombroso divide esta categoría en tres subtipos, tales como los Pseudo-criminales, que son aquellos que cometen delitos involuntarios y menores, como hurtos, incendios o actos en defensa del honor. Criminaloides, que son el tipo de personas que tienen empatía y cometen delitos que no cometerían en situación normal, presionados por las circunstancias. Por último, pensemos en aquellos delincuentes Habituales o profesionales, que son personas que delinquen desde la infancia. Las circunstancias personales de estos prototipos les impulsan a cometer más delitos hasta convertirse en profesionales.

 

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