CARROTANQUES y los 6 criminales de Lombroso
Por Armando Pérez Araújo
Varias lecciones hemos aprendido de las disímiles versiones del
escandaloso chanchullo de carrotanques de La Guajira. La sola palabra
carrotanque quedó estigmatizada por culpa de las travesuras del doctor Olmedo y
sus poderosos amigos del partido conservador y demás aliados. La otra expresión, La Guajira, viene siendo desacreditada
desde hace décadas por cuenta de la oprobiosa agresividad discriminatoria en el
plano territorial y por los señalamientos de la generalizada corrupción que exageradamente
se le atribuye. En este caso de los carrotanques, la prensa y la gente se han
encargado de repartir información al por mayor, con tanta generosidad, que el
país se ha enterado y comprobado que estamos frente a una increíble cadena de
delitos del orden nacional, cometidos por miembros de un bien entrenado enjambre
de politiqueros, suficientemente adiestrados, consagrados y comprometidos, más
allá, de las simples implicaciones que el ciudadano común y corriente le achaca
al masacrado Olmedo López, director saliente de la desprestigiada UNGRD. Dicho sea
de paso, este personaje de la farándula política paisa, se dice que debió haber
llegado a la entidad con el beneplácito adicional y colectivo del sanedrín del
presidente Petro, toda vez que provenía de una poderosa fuerza política, llamada
dizque decente, que se dice estuvo
apoyando la campaña presidencial del actual mandatario. Todo esto para afirmar
que esa inapropiada rutina, es decir, la arraigada tendencia de la godarria de cogobernar con el presidente
Petro, apoyándose sin sonrojarse ni avergonzarse en el prestigio y popularidad
de éste, estragando y aprovechando el presupuesto de las comunidades en beneficio
propio, que es lo que viene ocurriendo en el caso de marras y en la generalidad
de asuntos en los que se han tirado la imagen y estabilidad del gobierno
progresista que hemos elegido.
Por todo lo anterior me atrevo a decir que no sería justo que
a Olmedo López se le cuelgue el inri de ser el único titular del rol de ser el
jefe y responsable de la coordinación de las tareas relacionadas con el negocio
de los desacreditados vehículos transportadores del inexistente líquido. La
gran verdad, es que él, Olmedo, vendría siendo como una especie del súcubo, que es algo así como la víctima fatal
del engranaje politiquero y criminal, según la estricta clasificación realizada
por Lombroso, Garófalo y Ferri, fundadores o representantes del positivismo criminológico, conocido también como Nuova
Scuola de la ciencia penal.
Lo cierto es que el tamaño del cipote embrollo y la cantidad de
personalidades enredadas en este negocio de los carrotanques y quién sabe en
cuántos otros, revelan que se trata de una gran cantidad de personas y
personalidades por fuera de la ley y decencia del gobierno, comandadas por un
conocido Senador de la República, quienes conformaron bajo el mando de éste un
entramado delictivo que controla no sólo el portafolio de un centenar de
carrotanques y supuestamente veinte carros de bomberos, sino también el
rentable y criminal renglón de la compraventa masiva de votos en territorio
indígena, auspiciada y alcahueteada por líderes locales y departamentales.
La estructuración de este fenómeno es tan evidente e
inequívoca que llegué a pensar, porque ello salta a la vista, que habría un
asunto atinente al fenómeno de la victimización que, de acuerdo con la doctrina
victimológica, en este caso concreto, debería hacerse una rigurosa clasificación,
usando los tres criterios básicos estructurados al momento de la producción del
daño victimal, lo cual impondría la necesidad de analizar desde la víctima
propiciatoria, Olmedo, y del comisor, individual y colectivo, asunto que no
está individualizado.
Para justificar un poco al doctor Olmedo López, sin pretender
exculparlo del todo, veo más expedita la vía recomendada y desarrollada por
Lombroso en su Tratado antropológico
experimental del hombre delincuente, se dice que, con marcada influencia de
Charles Darwin, para lo cual tendríamos que ocuparnos de examinar, caso por
caso, delincuente por delincuente, el cráneo de los seriamente implicados,
ojalá de todas y todos ellos, para establecer si en la plataforma delincuencial
real del negocio de los carrotanques, estaríamos en presencia de criminales
natos, advirtiendo que este
tipo de delincuente tiene rasgos
físicos concretos como un cráneo pequeño, la frente hundida o un abultamiento
de la parte inferior de la cabeza. A nivel psicológico, destaca su carácter
impulsivo, cruel, con falta de sentido moral e insensible. O podríamos estar azotados
por la presencia del prototipo del Delincuente loco moral, que según la regla lombrosiana, este
criminal debería tener un cráneo con una capacidad igual o superior a la
normal, pero suele tener una mandíbula voluminosa. Los rasgos distintivos se
encuentran sobre todo a nivel psíquico, es decir, personas antipáticas,
egoístas, vanidosas e inteligentes, así como crueles e indisciplinadas. También
deberíamos saber si dentro del combo habría un delincuente
epiléptico, porque para
Lombroso la epilepsia es un rasgo de criminalidad y considera a los
delincuentes que la padecen como más peligrosos que los locos morales. Se dice
que son vagos, destructivos, muy violentos y con tendencia al suicidio. Otro
caso para dilucidar sería el del Delincuente pasional. En este caso, Lombroso
no fija rasgos físicos concretos, pero sí una horquilla de edad, entre los 20 y
los 30 años. Más de un tercio de los delincuentes pasionales son mujeres, según
el médico italiano. En general, muestran conmoción tras el acto criminal y
tienden a confesar y suicidarse tras realizarlo. De la misma manera mirar la
posibilidad de hallar al Delincuente loco, resaltando que este tipo de delincuentes son enfermos mentales que no son responsables de sus
actos al carecer de capacidad de razonamiento. Hay tres tipos de delincuentes
locos: el histérico, el alcohólico y el mattoide. Este
último es el que delinque por impulso, cruzando la línea de la cordura y la
locura. La otra posibilidad es que estemos ante el caso del Delincuente ocasional, en el entendido que Lombroso divide esta categoría en tres subtipos, tales como los Pseudo-criminales, que son
aquellos que cometen delitos involuntarios y menores, como hurtos, incendios o
actos en defensa del honor. Criminaloides, que son el tipo de personas que
tienen empatía y cometen delitos que no cometerían en situación normal,
presionados por las circunstancias. Por último, pensemos en aquellos
delincuentes Habituales o profesionales, que
son personas que delinquen desde la infancia. Las circunstancias
personales de estos prototipos les impulsan a cometer más delitos hasta
convertirse en profesionales.
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