ENTREVISTA
JAIME ARAÚJO
SE PRONUNCIA SOBRE EL EFECTO DOMINÓ GENERADO POR LAS LISAS CERRADAS EN LOS CATASTRÓFICOS
RESULTADOS POLÍTICOS DE LAS FUERZAS ALTERNATIVAS, EVIDENCIADO EN LAS ELECCIONES
TERRITORIALES DE OCTUBRE.
En cierta forma Jaime Araújo Rentería, no esperaba
hacer un pronunciamiento tan temprano sobre los resultados electorales del
pasado 29 de marzo. Sin embargo, la complejidad y explosiva gravedad de los
resultados territoriales, también la profundidad de sus repercusiones en la
tranquila gobernabilidad nacional, imponen la necesidad de que sea consultada
su opinión autorizada, como magnífico expresidente de la Corte Constitucional y
activo líder político, con probabilidades de ser considerado, en efecto ya lo
es muchos círculos, una buena carta presidencial en las próximas elecciones de
primer mandatario nacional. Dicho sea de paso, Jaime Araújo Rentería, viene
recorriendo el país con éxito desde hace un par de años, construyendo conocimientos
sobre los verdaderos problemas y soluciones que padece la Colombia real, la
Colombia distante y olvidada de los centros del poder, además, debatiendo temas
diversos, en medios políticos y académicos, sobre los asuntos clave de nuestra
democracia, como lo es el modelo político y electoral que nos rige.
Pensamiento Caribe: Doctor Araújo; ¿Qué pasó el 29
de marzo? ¿Usted cree que el resultado electoral de octubre puede entenderse
como una condena política al gobierno del presidente Petro?
JAR: En cierta
forma debo admitir que hubo responsabilidad del Presidente. Claro, digamos que
el mayor grado de responsabilidad reside y proviene de los habituales errores
de la vieja clase política y de muchos asuntos estructurales de nuestro atávico
y vetusto modelo de estado. Tengo que decir que el caótico fenómeno de las
listas cerradas, instalado como una gran estrategia electoral del denominado
Pacto Histórico para las pasadas elecciones de Congreso, y la forma como fue
elaborado el orden dentro de la susodicha lista, tuvo que ver bastante con la
génesis del gran desastre electoral que de alguna manera dio al traste con las
esperanzas generadas por entonces flamante candidato Petro. Ese primer paso, el
de la confección de las cuestionables listas de Senado y Cámara, lo digo con el
mayor respeto, explica por sí solo el maremágnum del disparate electoral del fallido
Pacto Histórico a nivel nacional. El efecto dominó siguiente generó la
creciente zozobra política y tuvo su clímax el 29 de octubre. Eso no admite
discusión.
Pensamiento Caribe: Doctor
Araújo, ¿usted quisiera hablarle al país sobre las complejidades del tema
concreto de las famosas listas cerradas, es decir, sus implicaciones jurídicas
y políticas y todo lo que tiene que ver con ese espinoso tema?
JAR: Cuando
toca, toca, como dice el refrán popular. Me tocará suspender mis investigaciones
sobre temas complejos como la pobreza actual en Colombia, la falta de trabajo,
especialmente para los jóvenes, la protesta y la injusticia social, etcétera,
para ocuparme de este tema más pedestre y terrenal, que hoy adquiere más
importancia cuando se le mira a la luz de los principios y valores éticos, constitucionales
y Democráticos. Me refiero al necesario debate que nos espera sobre
listas electorales abiertas o cerradas. Comienzo diciendo que, para
analizar ese tema, no basta la emoción, sino que es necesaria la razón y hacer
referencia al valor o principio de la soberanía popular, de la democracia, en
sus 3 Pilares Fundamentales, qué son el poder del pueblo, la igualdad y la
libertad.
Recordemos
que el Artículo 3, de nuestra constitución dice: ¨La soberanía reside
exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público…”. No hay que
olvidar que antes de la constitución de 1991, no existía en la Carta la
soberanía Popular, sino la nacional.
Lo primero que debemos aclarar es que las llamadas
revoluciones burguesas, fundamentalmente la americana y la francesa trasladaron
la soberanía del gobernante al gobernado, vale decir, del Rey al pueblo, y que
la soberanía es el máximo poder político existente en una sociedad. En
una sociedad puede haber varios detentadores del poder político, que, sin
embargo, no son soberanos, en estricto sentido; por ejemplo, el congreso y los
congresistas tienen poder político, pero no son soberanos, el presidente y los
ministros, los gobernadores, los alcaldes, no hay duda, detentan poder
político, pero tampoco son soberanos; como no lo son los jueces y mucho menos
los partidos políticos o los directores de dichos partidos. Cuando
llegamos al máximo detentador del poder político hemos encontrado el soberano y
en Colombia el soberano es el pueblo, NO el rey como lo era en la sociedad
feudal.
El
gran defensor de la soberanía popular es Jean J. Rousseau para quien: “antes de que el pueblo escoja al rey,
existe otro acto por el cual el pueblo se constituye en tal, anterior al otro y
verdadero fundamento de la sociedad. El pueblo existe antes que el gobierno; el
pueblo crea el gobierno, no el gobierno al pueblo. Como el pueblo es primero,
el soberano debe ser el pueblo.”. Para Rousseau el propio contrato social,
buscaba que el pueblo no se obedeciera más que así mismo. El problema
fundamental, al cual da solución el Contrato Social es: “Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con la
fuerza común la persona y los bienes de cada asociado, y por lo cual cada uno,
uniéndose a todos no obedezca sino a sí mismo y permanezca tan libre como
antes.”.
Los candidatos, no son más que una oferta política sobre
la que los votantes pueden pronunciarse. Expliquemos un poco lo de las Listas cerradas, abiertas y en lo
posible las libres, es decir, el sistema Panachage.
En
el sistema de listas cerradas las listas y el orden en que aparecen los
candidatos son determinados por el partido o jefe del partido, lo que significa
que los candidatos resultan elegidos en el orden en que aparecen en las listas
y los electores no tienen la posibilidad de expresar su preferencia por uno en
particular. Los electores simplemente eligen al partido de su preferencia; y no
tienen la libertad de escoger cual candidato es el mejor o poder desechar a los
corruptos. Con este sistema se fomenta una oligarquía dentro de los partidos; también
la lambonería y adulación a los jefes de los partidos, pues lo único que
interesa a los candidatos es congraciarse con el jefe del partido, para que los
coloque en un puesto de privilegio en la lista y poco peso tienen los méritos
de los candidatos como serían su honestidad, su capacidad, su trabajo político
o su defensa de los derechos del pueblo; pues todos estos méritos, pueden
sucumbir ante otros “méritos” como prestar dinero al jefe para la campaña o
invitarlo a su apartamento a Miami, o a su hotel de lujo, por ejemplo. Poco
importa si de verdad tienen votos o no, ya que el puesto en que les ha colocado
su amigo dueño o director del partido les garantiza su elección, que no será
lograda con su propio trabajo político, sino con el de otros que al final
habrán trabajado para los que están arriba en la lista. Hasta aquí podemos
decir que tales listas son demasiado antipáticas e injustas. Además, las listas
cerradas tienen el defecto de que son rígidas frente a cambios repentinos, o de
contexto político. Unos pocos ejemplos son suficientes para ver el riesgo que
implica para los propios partidos y especialmente para la libertad de los
electores. Recordemos este ejemplar suceso de nuestra historia relativamente
reciente: “En las elecciones de 1990 para
la reunificación, en Alemania Oriental el candidato colocado en primer lugar de
uno de los partidos fue denunciado como informante de la policía secreta sólo
cuatro días antes de la jornada electoral…, sin embargo, como las listas eran
cerradas, los electores no tuvieron otra opción que votar por él si querían
apoyar a su partido.” Esto es igualmente válido para los casos en que los
electores descubren que los miembros de la lista son corruptos o no cumplen sus
contratos con los jóvenes emprendedores.
Como
si fuera poco lo anterior, las listas cerradas atraen menos votos para los
partidos, ya que no todos los candidatos trabajan por los votos y son injustas
ya que pueden resultar elegidos quienes no trabajaron, y tampoco eran
merecedores de salir elegidos, pero estaban en un puesto de privilegio en la
lista, y sin resultar elegidos los que trabajaron mucho, obviamente los
merecedores por distintas razones y valores, pero no estaban en los primeros
puestos.
Otro
lado negativo de las listas cerradas es que los electores dejan de ser
soberanos y esta soberanía es usurpada por los jefes de los partidos y que el
elector pierde su libertad de poder votar por quien quiera, pues no tiene la
posibilidad de determinar quién será el representante de su partido, lo que las
hace antidemocráticas.
Robert
Michels, ese gran sociólogo y estudioso de la sociología de los partidos
políticos, ya advertía sobre la paradoja que trae la lista cerrada y que
estimula la supremacía de los partidos sobre sus electores, cuando debía ser al
revés: La ley de hierro de la oligarquía: “La organización es la que da origen al dominio de los elegidos
sobre los electores, de los mandatarios sobre los mandantes, de los delegados
sobre los delegadores. Quien dice organización, dice oligarquía”.
La lista cerrada crea una dictadura de los partidos y falsea la democracia. Y
atenta contra el artículo 107 de la constitución que establece la democracia al
interno de los partidos políticos.
Pensamiento Caribe: Usted, definitivamente, ¿recomienda las Listas Abiertas?
JAR:
Mire, guíese por lo siguiente: las listas abiertas, son aquellas en las que los
electores no sólo pueden indicar el partido de su preferencia, sino también su
candidato favorito dentro de la lista de ese partido. En la mayoría de estos
sistemas el voto por un candidato, así como por un partido, es opcional, lo que
demuestra que no es cierto que se pierdan votos, ya que, si sólo se vota por el
partido, el voto es válido y si sólo se vota por un candidato del partido,
también el voto es válido. Por ejemplo, el caso que ocurre en Suecia, es así: cerca de 25% de los electores, regularmente
votan por un determinado candidato, por lo que resultan elegidos algunos
individuos que no lo serían si las listas fueran cerradas. Las ventajas de las
listas abiertas aparecen por oposición a las listas cerradas: Acaban con las
oligarquías de los partidos y su ley de hierro; traen más votos para los
partidos, y son elegidos los que más trabajen, aunque no estén en puestos de
privilegios en la lista; el sistema acaba con los aduladores, melifluos y
tiralevitas dentro de los partidos políticos, o sea con los famosos chupamedias.
Lo más importante, impide que se elijan los colados corruptos o violadores de
derechos humanos dentro de los partidos, así el jefe del partido lo haya puesto
dentro de la lista en un lugar de privilegio. Es la manera real de saber si de
verdad los candidatos tienen votos y no se están eligiendo con los votos y el
esfuerzo de quienes están más abajo en la lista, lo que lo hace más justo.
Y
lo más trascendental, se conserva la soberanía popular en el elector y se
respeta su absoluta libertad de escoger a sus candidatos y a autodeterminarse
políticamente, lo que lo hace al sistema electoral más democrático.
Pensamiento Caribe:
Su opinión sobre las Listas Libres, doctor Araújo. ¿usted las recomienda?
JAR:
En algunos países se han hecho aún más flexibles los sistemas de listas
abiertas. es un
tipo de sistema electoral que permite a los
votantes distribuir sus votos entre candidatos
individuales pertenecientes a diferentes listas de partido. Es lo que se conoce
con el nombre de Panachage y que va ms
lejos que el voto preferente, dando a los electores posibilidades de influir
más en el proceso electoral, pues permite borrar candidatos de una lista y
sustituirlos por los de otra, esto es, recoger candidatos sin consideración de
las listas de partido en que aparezcan sus nombres. Esto significa que el
elector puede configurar su propia lista. En Luxemburgo y Suiza
los electores tienen un número de votos idéntico al de los escaños que se van a
elegir y pueden distribuirlos entre los distintos candidatos de una sola lista
o entre los candidatos de varias listas. Este sistema es el que de verdad hace
efectiva la soberanía popular y la libertad de la democracia. Como en nuestro
sistema electoral no existe el Panachage, debemos escoger entre las listas
cerradas o abiertas (con voto preferente), esta última es la que más se acerca
a los principios y valores de la soberanía popular y de la democracia, ya que
garantiza la libertad de los electores sobre las oligarquías de los partidos.
El
hecho de que no tengamos el Panachage, no quiere decir que renunciamos a él, y
que no sigamos luchando por su implementación gradualmente, para entregarle
este derecho a los colombianos.
Como
también, si de verdad queremos ampliar la democracia política y económica,
debemos continuar luchando por fortalecer las candidaturas independientes, como
se acaba de hacer en chile donde los independientes, a quienes se les permitió
presentarse sin tantos obstáculos, barrieron a los partidos tradicionales y a
la derecha de ese país. El fundamento iusfilosófico y político existe para este
derecho y uno de sus aspectos es que no se puede obligar a nadie a afiliarse a una asociación política y no
se debe impedir que los individuos sean nominados como candidatos
independientes o no afiliados.
La
otra cruzada, es contra los umbrales, que impiden que nazcan nuevos partidos,
movimientos o se renueve la política y discrimina a los partidos Pequeños y
mientras eso se modifica, que por lo menos se hagan efectivas las Coaliciones electorales de
los partidos minoritarios. Esto significa que los partidos
subsisten como entidades independientes y aparecen por separado en la papeleta,
pero que los votos obtenidos por cada uno son contabilizados como si
pertenecieran a la coalición y, por consiguiente, aumentan sus posibilidades de
que la votación combinada les permita rebasar el umbral y obtener una mayor
representación política. Para todo esto y para ampliar la
democracia política y económica es que necesitamos otra constituyente.
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