INTRODUCCIÓN
Lo que pretendo destacar en esta crónica es la oportunidad de haber abordado en tan particular periplo, abogados o no, expertos o no, el conocimiento profundo de los Derechos Humanos desde uno de sus más importantes referentes, explicándolo, además, de manera diferente y simple. Descubrimos el agua tibia, pero comprendido desde un ángulo fundamentalmente inteligible. La monumental sencillez de lo aprendido en este viaje nuestro a Europa, constituyó un valor agregado de peso a lo que siempre hemos investigado y estudiado sobre la lucha de la humanidad por la defensa de la libertad y los derechos humanos. Por ejemplo, sabíamos perfectamente que la igualdad y la no discriminación son el elemento vertebrador de todo el sistema de los derechos humanos, eso lo teníamos bien aprendido, pero fue menester sentir algo más, algo que sólo podríamos percibir físicamente caminando las calles de las modernas ciudades europeas, observando, por ejemplo semáforos apoyados inteligente, sofisticada y complementariamente, con un sistema casi imperceptible de chirridos que son identificados plenamente por los transeúntes invidentes que necesitan decidir en qué momento pueden atravesar de un lado a otro una autopista. Esa es una breve y elemental lección, entre otras de tantas que pudimos palpar de respeto de la dignidad humana y de igualdad real de los seres humanos discapacitados. Es decir, hemos aprendido en este viaje a comprender mejor la distinción entre igualdad formal e igualdad real, después del peregrinaje académico por varias ciudades europeas. También a juzgar mejor consignas como aquella fina ironía jurídica del escritor francés Anatole France, según la cual “La ley, en su magnífica ecuanimidad, prohíbe, tanto al rico como al pobre, dormir bajo los puentes, mendigar por las calles y robar pan”; en tal sentido aprendimos a valorar mejor la verdadera y justa dimensión de la simpática frase respecto a los altos estándares de la calidad de la vida en ciudades como Madrid, Luxemburgo, Bruselas o La Haya, pero igualmente ello nos acercó más a comprender y reflexionar correctamente respecto a cuán lejos estamos los colombianos de la ciudad y el campo de acceder plenamente a esa idealizada y esquiva realidad jurídica, económica y social de la teórica afirmación. Descubrimos una verdad humanizada que he tratado de escribir en este relato con la mayor lealtad y brevedad: que es posible resurgir, reconstruir, superar con creces las crisis de la humanidad, siempre que se guarde prioritario respeto por los derechos humanos. Ahora podemos defender con más solvencia intelectual y fortaleza moral la tesis política de que es indispensable aceptar y promover el derecho de los pueblos a la paz real, asunto éste considerado como un principio fundamental de las Naciones Unidas en la Resolución 39/11 de noviembre 12 de 1984, pero aprendimos también que esa teoría debe aplicarse, verdaderamente realizarse, como ocurrió en Europa después de los estragos de dos guerras mundiales.
Personalmente he sido impactado
con las decisiones obvias de la paz, por ejemplo, me impactó el alto grado de
eficiencia del amplio concepto de la ciudadanía europea, donde el nacido en
Alemania, por ejemplo, tenga iguales derechos en los otros países de la Unión,
o, que un ciudadano español, o de cualquier país de la Unión, tenga derechos
electorales activos y pasivos, inclusive, en otro país europeo donde reside
respecto a elecciones municipales o locales. Eso no sólo es sofisticado sino
axiomático y elemental dentro de cualquier estrategia obvia para asegurar el
crecimiento de la paz real entre países hermanos o reconciliados, como ha
ocurrido con los países de la Unión Europea. Añadamos otro ejemplo simple y muy
pertinente: El derecho a la libre circulación, fruto del crecimiento e
implementación de la paz real en Europa, lo mismo que del respeto de los
derechos humanos de manera concreta y no abstracta. Cómo no habrían de
impactarme favorablemente esos avances si es que yo vivo en el departamento de
La Guajira, región del lado colombiano del territorio indígena wayuu, donde observo
el drama jurídico diario de cualquier ciudadano colombiano para ingresar a
Venezuela y viceversa cuando se trata de un ciudadano del vecino país, si no
lleva su pasaporte vigente, sellado por los oficiales de extranjería de países
catalogados como hermanos. Hasta hace unos meses la traba era peor, se
necesitaba pasaporte y visa. Muchas veces la hostilidad es persistente, aún
teniendo la documentación al día, más allá del respectivo control, fruto de la
insoportable corrupción reinante en esta zona fronteriza de la patria. Esto es
más aberrante cuando el asunto ocurre con los miembros del pueblo wayuu, quienes
tienen que valerse de la doble identificación, cédulas de uno y otro país, para
poder desenvolverse dentro de su propio territorio étnico, que por definición
es territorio colombo venezolano. Algo peor: es tan patética la violación de
los derechos humanos del pueblo wayuu en esta materia, que se ha vuelto
generalizada y absurdamente legítima la práctica de obtener mediante mecanismos
espurios, falsa identidad personal, nombres y apellidos diferentes, y falsa
información sobre fecha y lugar de nacimiento en uno de los documentos de
identificación, para ejercer el esencial derecho humano a la libre circulación
dentro de su propio territorio y de contera poder disfrutar de otros
privilegios de cualquier democracia en el mundo, como elegir y ser elegido. Es
de público conocimiento que honorables señoras indígenas de Venezuela, sin
ánimo moralmente reprochable y en increíble actitud de solidaridad humana con
sus paisanos, registran como hijos suyos a indígenas nacidos en Colombia, para
acceder sin trabas a una cédula de aquél país. Igual fenómeno ocurre con
indígenas nacidos en Venezuela que no tienen otra salida posible que optar por
prestar una madre colombiana para resolver su drama de identificación en la
otra mitad de su territorio histórico. Podemos afirmar, que han estado tan
ausentes y erráticas cuando han actuado las autoridades de ambos países en
procurar una normatividad única y adecuada, respetuosa de los derechos humanos
de la uninacionalidad de los indígenas wayuu, que gracias a la corrupción
electoral reinante en los municipios fronterizos de Colombia y Venezuela, es
que hoy en día el pueblo wayuu puede ejercer en algún grado de efectividad el
derecho a la libre circulación dentro de su propio territorio ancestral.
Es por esa razón elemental, que
habiéndose implementado el Acuerdo y el Convenio Schengen en la Unión Europea,
respecto a veintisiete países multilingües, con extraordinaria sencillez, que uno
no entiende cómo es que acá no hayamos sido capaces, hasta ahora, de organizar
un estatuto viable para esta frontera milenariamente wayuu, que haga posible la
residencia y el derecho a la libre circulación de los guajiros y sus familias,
lo mismo que fortalecer jurídicamente el espacio wayuu, de tal manera que
coexistan sin contratiempos libertad, seguridad y justicia exentos de fronteras,
obviamente, sin perjuicio de los reconocimientos autonómicos logrados en las
actuales normas constitucionales, que, dicho sea de paso, son excelentes normas
de papel.
DERECHOS
HUMANOS EN EUROPA
Narrar las experiencias de un
viaje tan peculiar, como éste, a tantos lugares académicos como turísticos, otros
tristes y desgarradores, en algunas ocasiones entretenedores y divertidos, en
compañía de cuarenta personas que antes no habías tratado, que la gran mayoría
entre sí tampoco, de orígenes diversos, que ni siquiera habías visto ni
escuchado con antelación, salvo cinco o seis con quienes apenas íbamos a
conocernos mejor, nos resulta complejo y complicado, pero no por ello carente
de singular interés y emotividad. En primer lugar, deseo ubicar al lector en el
terreno de las obvias expectativas que generó esta denominada VII edición del programa
de Derechos Humanos en el Terreno, organizada por el Instituto Berg de
Relaciones Internacionales y Derechos Humanos y la Universidad Alfonso X El
Sabio, de España, de una parte, y la Dirección de la Maestría de Defensa de
Derechos Humanos en Tribunales y Cortes Internacionales de la Universidad Santo
Tomás, la Dirección del Doctorado en Derecho de la Universidad Libre y la
Dirección del Departamento de Derechos Humanos de la Universidad Sergio
Arboleda, del lado colombiano. Inicialmente, poco o nada me había percatado de
que, además, estaban convocadas personalidades vinculadas al Congreso de
Colombia y de Perú, con experiencia e interés en el estudio, promoción y
protección de los Derechos Humanos.
En mi caso particular, como
estudiante de la mencionada Maestría de la Universidad Santo Tomás, recibí
inicialmente la invitación a dicho programa por conducto del Director de la
misma, Dr. Luis Alfonso Fajardo, y posteriormente, especialmente después de mi
inscripción, de quien firmaba con sus nombres y apellidos de pila, y, además,
con el taurino apelativo de “Curro” cualquier cantidad de información relativa
al programa y al viaje mismo. Confieso que este sobrenombre, utilizado en la correspondencia
proveniente de un español responsable de la organización del programa en
Europa, me sugería que se trataba de un personaje atado a alguna circunstancia
tauromáquica, y que, además, su presentación personal correspondía a la finura
y obligada delgadez de un diestro o rejoneador andaluz. Pero no. Con el tiempo
descubrí que en España Curro es el hipocorístico de Francisco, y que nuestro
Francisco Pablo Seco de Herrera Arnes era nada menos que la mano derecha del
Dr. Joaquín González Ibáñez, máximo organizador del evento y responsable, al
mismo tiempo, del liderazgo académico del programa. Descubrí, además, que este
Curro nuestro era un joven y regordete Comunicador Social, que fungiría durante
todo el tiempo de nuestra visita como dueño y señor de las indispensables
reglas de la logística de los recorridos de cada día, y como inquebrantable e
inflexible prefecto de disciplina del grupo. Dueño, también, de un desbordado
don de gentes que lo hizo merecedor del permanente reconocimiento y cariño de
la tropa de visitantes suramericanos.
Debo admitir que, por una razón
que más adelante explicaré, me perdí de una buena primera parte del programa,
dos o tres días de indispensable adaptación en Madrid, y donde seguramente mis
compañeros tuvieron el privilegio de escuchar interesantes exposiciones de los
doctores Joaquín González Ibáñez, Juan Carlos Sáinz Borgo, Javier López de
Goicoechea, Co Directores de Berg-Institute, como de los académicos
colombianos, doctores Pablo Elías González Mongui y Luis Andrés Fajardo.
Tampoco tuve la oportunidad de participar de la visita programada del grupo al
Congreso de los Diputados de España, ni
de asistir a las oficinas de FIIAPP, donde estaba prevista una interesante sesión
de trabajo con los responsables de los temas relacionados con Políticas Públicas,
Gobernabilidad y Liderazgo, ni de estar
con mis compañeros en la visita guiada al Centro Histórico de Madrid, como
tampoco con los Magistrados del Tribunal Supremo de España, ni con la
programada reunión con los Vocales del Consejo General del Poder Judicial de
ese país. Todo por culpa de una malhumorada mujer, para calificarla con la
mayor benevolencia posible, adscrita a la Embajada de los Países Bajos en
Bogotá. También, al mal entendido servicio consular que le otorga a este tipo
de personas, frágiles por naturaleza, omnipotentes facultades susceptibles de
ser abusadas y distorsionadas por la malacrianza proveniente de la ríspida arrogancia,
ahora erigida todopoderosa detrás del arco de una ventanilla forrada de vidrio.
Que se me perdone el tinte personal de esta querella, pero la explicación que
le debo al lector es de la siguiente manera: resulta que con más de un mes de
anticipación al 21 de junio, fecha definida por la mayoría del grupo para
viajar a Madrid, la programación empezaba el 24 en esta ciudad, solicité la
cita consular por internet a la Embajada de Alemania en Bogotá, pero el inapelable
sistema electrónico respondió ofreciendo la cita para después del cuatro de
Julio, es decir, para una fecha en la que ya el programa estaría terminando en
Europa, cuando ya no me era útil la visa. Estaba entre la espada y la pared. Consideré entonces que, de acuerdo a las reglas del la
visa Schengen, la otra opción podría ser hacerlo por la Embajada de España, por
aquello que era el primer país europeo donde arribaría, o la Embajada de otro
de los países firmantes del Tratado Schengen en donde pudiera comprobarse un
interés legal y legítimo de mi visita a este territorio europeo, y, lo más
importante, del ingreso del grupo convocado para un evento académico en materia
de Derechos Humanos en Europa. No lo pensé dos veces. Decidí pedir, igualmente
por internet, una cita a la Embajada del Reino de los Países Bajos en Bogotá,
la cual se me otorgó dentro del normal cálculo del calendario del viaje. Incidió,
digamos que determinó, positivamente acudir a ésta Embajada, sin perseguir
privilegio de alguna naturaleza, la circunstancia de que unos meses atrás la
señora Embajadora de los Países Bajos en Bogotá, Marion S. Kappeyne van de
Coppello, de manera unilateral, consideró útil invitarme a su despacho a
disertar sobre un asunto embarazoso y crucial de su gobierno, relacionado con
un sonado debate adelantado por activistas de Derechos Humanos en su país,
contra la sostenibilidad ética de la industria compradora de carbón colombiano
extraído en jurisdicción del Departamento de La Guajira por la Empresa
Cerrejón, dada la inculpación que se hacía a esta compañía asentada en
Colombia, de presuntas violaciones de los Derechos Humanos a las comunidades
vecinas de la mina explotada a cielo abierto. Estuve muy bien atendido por la excelentísima
señora Embajadora, lo mismo que por el señor Joel Brounen y Adriana Moreno, contestando
toda clase de interrogantes sobre la delicada materia mencionada, con quienes
platiqué, no menos de dos horas, explayándome en toda suerte de explicaciones y
relatos, concluyendo contundentemente en los avances positivos que la actual
Empresa Cerrejón había conquistado en materia de relativo respeto de los
Derechos Humanos, no sin antes dejar señalados, con precisión y detalles,
aquellos asuntos en los que hubo situaciones críticas y censurables en el reciente
pasado, especialmente cuando la operación estuvo a cargo de la empresa
norteamericana Intercor, filial de Exxon. La señora Embajadora, conocedora de
mi compromiso público como defensor de los derechos humanos y seguramente
sabedora de mi absoluta independencia de investigador de estos temas sociales
del impacto de la minería multinacional, quedó muy gratificada y complacida
conmigo, a tal punto que tuvo la cortesía de obsequiarme un objeto de plata
fina, un estuchito para guardar mis tarjetas de presentación, para ser más
exactos, agregándole a las palabras usuales de agradecimiento las delicadas y
galantes formas de ponerse siempre a la orden. Salí satisfecho y encantado de
la Embajada, luego de que la señora Embajadora, después de haber culminado la
reunión y de semejante detalle, al tiempo de acompañarme a la puerta y
despedirme con la usual prosopopeya diplomática del caso, hizo nuevamente la
pregunta clave, expresada reiteradamente durante la reunión: ¿cree usted,
doctor Pérez, que se han dado suficientes avances en la empresa Cerrejón, en
cuanto al debido respeto a los Derechos Humanos, como para estar tranquilos en
mi país y que nuestros empresarios puedan seguir comprando el carbón de La
Guajira colombiana? Sí Señora Embajadora, respondí sin titubeos. Con semejante
reconocimiento, no sólo salí encantado, repito, sino convencido de que mi
testimonio extenso le había resuelto un problema a la Embajadora y, de paso, a
su gobierno y a los empresarios del Reino de los Países Bajos.
Inmediatamente después de obtener
la cita electrónica consideré sano y de especial cortesía con la señora
Embajadora, informarle de mi viaje a su país, poder saludarla personalmente el
día de la cita, y, lo más importante, nuevamente ponerme a sus órdenes para
aquello a que tuviese bien “ para actuar
en los escenarios que usted estime convenientes para reunirnos con empresas y
grupos de interés holandeses en los temas que usted sabe que manejamos con la
mayor objetividad posible y que constituyen materias sobre las cuales surgen
diferentes tipos de inquietud” (transcripción de la parte pertinente de la carta a la Embajadora).
Señora
Marion S. Kappeyne van
de Coppello
Embajadora Reino de
los Países Bajos
Bogotá,
Apreciada Señora Embajadora:
Soy la persona que
estuvo en la Embajada, invitado por usted, tratando asuntos relativos al
impacto de comunidades de La Guajira por parte del proyecto carbonífero
Cerrejón. En esa ocasión estuvimos reunidos en compañía de Joel Brounen y
Adriana Moreno. Quiero ahora molestar su atención informándole que estaremos
solicitando la visa Schengen para estar en Europa, principalmente participando
dentro de la programación DERECHOS HUMANOS, RELACIONES INTERNACIONALES Y
LIDERAZGO PÚBLICO DEMOCRÁTICO, organizada por Berg Instituto de Relaciones
Internacionales y Derechos Humanos, dentro del período comprendido entre el 24
de Junio al 6 de Julio de 2012. Mi señora, Remedios Nicolasa Fajardo Gómez
(líder wayuu, promotora de defensa de los derechos humanos indígenas y una de
las pioneras de la etnoeducación en Colombia), Julián Fernando Pérez Carbonell,
mi hijo y mi colega, también mi asistente en los procesos jurídicos que
adelanto en mi oficina y el suscrito solicitamos la CITA ante la Embajada de
Holanda por internet para el día 23 de mayo del presente año, fecha para la
cual estaremos teniendo nuevamente el honor de saludarla personalmente. Hemos
solicitado a los organizadores del Berg Instituto envíen oportunamente a la
Embajada la información y soportes pertinentes, ajustándonos a los
requerimientos del caso. Adicionalmente, me permito ponerme a sus órdenes para
actuar en los escenarios que usted estime convenientes para reunirnos con
empresas y grupos de interés holandeses en los temas que usted sabe que
manejamos con la mayor objetividad posible y que constituyen materias sobre las
cuales surgen diferentes tipos de inquietud. Nuestros agradecimientos por
anticipado a su gentilidad. Cordial y respetuoso saludo,
Armando Pérez Araújo
La Embajadora reenvió el anterior
mensaje a la Sección de Asuntos Consulares y Económicos y el responsable de atender
este reenvío me respondió automáticamente diciendo que para solicitar la visa
necesitaba pedir una cita a través del sistema electrónico. Ni la señora Marion
S. Kappeyne van de Coppello había entendido que me le estaba poniendo a nuevamente
sus órdenes, ni el encargado de los asuntos consulares y económicos estaba
sintonizado con la intención de mi mensaje, que de ninguna manera, léase bien,
de ninguna manera, pretendía solicitar la cita por conducto diferente al
reglamentario, pero que, además, la indispensable cita había sido concedida
amablemente por el desapasionado e incorruptible programa electrónico. Me llené
de explicable inseguridad, debo confesarlo, y pensé que lo mejor era apoyarme,
por lo menos para los efectos aclaratorios, en Adriana Moreno, funcionaria
colombiana de la Embajada encargada del tema concreto de los Derechos Humanos,
quien estuvo presente en la reunión ya mencionada. La llamé a su teléfono
directo, y no conté con la suerte de encontrarla, pues estaba en vacaciones.
Opté, entonces, por llamar al señor Joel Brounen, el experto en los temas
económicos de la Embajada, que también participó activamente en la espléndida
reunión con la señora Embajadora. No fue necesario dar mayores explicaciones,
pues desde que lo saludé y le di mi nombre y apellido recordó quien era yo,
reconoció mi voz, me dijo. Empecé a contarle mi historia, pero interrumpió
diciéndome que el Consulado era totalmente independiente de la Embajada. Como
quien dice: se nos tiene prohibido en la Embajada interferir en los asuntos del
Consulado. Pero, le salí al quite y le advertí que yo cumplía con los
requisitos del Tratado Schengen para obtener el derecho a la visa por
intermedio del Reino de los Países Bajos, y que lo que pretendía ahora, lo cual
estimaba muy compatible con la legitimidad de mi tambaleante solicitud de la
visa, era aumentar mi esplendidez con la señora Embajadora, y ofrecerme para
desarrollar en forma concreta una fórmula mía, aquella que tanto impactó
positivamente a Su Excelencia, que según su propia expresión la erizó de
emoción, que encajaba perfectamente en la necesidad de su gobierno de actuar a
favor de las comunidades que de alguna manera habían soportado el impacto
negativo de la minería en La Guajira. Claro, que en el fondo de mi gestión
ética también estaba la transparente intención de reforzar la argumentación de mi
ingreso a Holanda, asunto obviamente necesario y útil, adicional a que gran
parte, digamos que un asunto vertebral del programa de nuestro viaje al espacio
Schengen estaba centrado en palpar desde cerca el funcionamiento de la Corte
Internacional de Justicia, Europol y de la Corte Penal Internacional, con sedes
en La Haya, independiente de una visita a lugares de Ámsterdam, ligados al
programa de Derechos Humanos en el Terreno. Mi fórmula, que tanto gustó a Su Excelencia
van de Copello, fue edificada de la siguiente forma: que las empresas europeas bajo la jurisdicción
de su gobierno, compradoras o transformadoras de carbón de La Guajira, por
iniciativa humanitaria de la Embajada del Reino de los Países Bajos en Bogotá,
constituyan o promuevan la constitución de un fondo permanente, paralelo a los
de Responsabilidad Social Empresarial, administrado y asesorado por alguna ONG internacional
especializada, que las hay de magnífica calidad en esa región de los países
ricos del mundo, con su respectiva auditoría social, para apoyar sistemática y
seriamente iniciativas sociales asociadas a procesos extractivos de la minería
de nuestro país, especialmente, contribuir con aquellos asuntos de tanta jerarquía
y connotación social como la reconstrucción física y del tejido social del
pueblo afrocolombiano Tabaco, ordenada por Sentencia de la Corte Suprema de
Justicia desde mayo de 2002, luego de la fractura orientada y ejecutada por la
norteamericana Intercor, filial de Exxon. Ello ahora se hace más viable, advertí,
dado que en la actualidad está en desarrollo el cumplimiento de dicho fallo,
por parte de la Alcaldía de Hato Nuevo, con el concurso visible de la empresa
Cerrejón, que han suscrito acuerdos y convenios con la comunidad, dirigidos a
obtener resultados de buena calidad para esa finalidad.
Llegó la hora, diez de la mañana
del esperado 23 de mayo, entramos al segundo piso del edificio de la Embajada,
y nos atendió una de las mujeres encargada del estudio de solicitudes de la
visa. Ustedes, dijo tajantemente, tendrían que haber ido era a la Embajada de
España. Primer golpe desde el otro lado de la antipática ventanilla cuadrada,
protegida con vidrio de seguridad, y a través de un micrófono. A ustedes,
insistió visiblemente cuadriculada y sicorrígida la señora, los está invitando
España. Así dijo, España. Van a perder la plata, concluyó prematuramente, mirándonos
como gallina que mira sal. Me llené de valor y calma y le dije dentro de la
mayor compostura: no señora, no nos está invitando España, es una institución
probablemente con sede en Madrid, regida por la normatividad de la Unión Europea
y para asistir a una programación en materia de Derechos Humanos de Europa, precisamente.
La mayoría del grupo, resalté, ha solicitado y obtenido la cita y la visa por
conducto de la Embajada de Alemania, pero el computador nos ofreció una cita
para una fecha totalmente inconveniente. Nos ofreció la cita para después del
cuatro de julio y el programa nuestro en Europa empieza el 24 de Junio. Alegué eso
como una buena razón jurídica para acudir subsidiariamente a esta Embajada.
Además, también concurrimos a esta Embajada, le recalqué, pensando en que
……………… (hice un brevísimo resumen de mi deseo de apoyar a la Embajada…, etc.)..
No nos devolvió los formularios y sus anexos, es decir, se quedó con ellos para
el trámite de rigor, y nos citó para la semana siguiente. En cierta forma,
renació nuestra esperanza en la visa.
Regresamos a La Guajira, dejamos
pasar esa semana y unos días más, como para dar chance a que la esperanza se nos
alargara un poco, y volvimos de nuevo al mismo segundo piso y a la misma
ventanilla donde estaba la misma mujer. Nos identificamos y sacó de su armario
el paquete con nuestros pasaportes y los anexos respectivos. Previamente a la
entrega de ellos, nos hizo firmar un extenso documento en idioma neerlandés,
salvo tres líneas en español que decían de la siguiente forma: “No se han justificado el propósito y las
condiciones de la estancia prevista. Usted ha indicado que la estancia
principal durante su viaje será en los Países Bajos, pero no ha motivado esa
afirmación con los documentos presentados”
Ya no fue el pretexto de que la
invitación la hacía España, sino una causal diferente, obviamente inexistente y
paradójica, pues los organizadores europeos oportunamente habían dirigido una prolija
comunicación del programa y las condiciones de la estancia. Nosotros también
aportamos esos documentos y así lo expresamos claramente en la entrevista. Lo
cierto es que se trataba del clásico gadejo,
exacerbado por la invencible mediocridad de una persona, amparada en un sistema
de competencias y linderos de absurdo funcionamiento consular. Lo cierto es que
salimos de la Embajada del Reino de los Países Bajos como la cara norte de la
vaca que va pa´l sur. Con la dignidad humana por el suelo.
El final de esta película de
terror y desprecio mejoró con la ayuda de la Embajada de Alemania en Bogotá,
que nos concedió la visa Schengen, Remedios y Julián la declinaron, por
extemporánea, pues se les imposibilitó a esas alturas obtener los permisos
laborales respectivos, además, por física y extenuante angustia suramericana.
Nos conformamos y alegramos, eso sí, con el resultado futbolístico de la
Eurocopa en el partido de esa semana: Alemania 2, Holanda 1.
Aeropuerto Madrid-Barajas. Martes
26 de junio.
A las tres de la tarde, hora de
Madrid, ya estaba ubicado en el aeropuerto Barajas, en cierta forma tranquilo y
confiado, pues, en primer lugar, porque no era la primera vez que me hallaba en
ese congestionado lugar del mundo, aunque siempre de paso o en tránsito, como
se dice en el argot aeronáutico, pero en esta ocasión esperando al resto del
grupo que llegaría un poco más tarde, para que todos abordáramos el vuelo
Madrid-Ámsterdam, como fue lo acordado conmigo, vía internet, con el doctor
Joaquín González Ibáñez. No pasó mucho tiempo en la espera cuando escuché mi
nombre pronunciado con alegría por Josefina, luego apareció María del Mar,
después Melissa y luego Samuel Escobar, seguidamente Elkin, mis afectuosos compañeros
de la Maestría, inesperadamente el Director de la misma, doctor Luis Alfonso
Fajardo, quien con su presencia le imprimía un rango de cierta tranquilidad y
certidumbre al periplo que intuíamos no iba a ser completamente fácil. Digo
inesperadamente, porque al doctor Fajardo lo creíamos ubicado en La Haya, en la
realización de otro tipo de compromiso académico, y en una fecha diferente. Mis
compañeros se encargaron poco a poco, primero de mostrarlos o señalarlos discretamente,
luego de presentármelos, uno a uno, primero al doctor Joaquín González Ibáñez y
seguidamente al robusto y atento Curro, quien ya venía ejerciendo, entre otras responsabilidades
de coordinación y logística, la fatigosa tarea de impedir que por ningún motivo
se retrasara o extraviara alguien del grupo de estudiantes colombianos, que
todos pasáramos oportunamente a la ventanilla del chequeo del vuelo, en fin,
que nada ni nadie fallara. Acto seguido mis compañeros de Maestría se
encargaron de ponerme al día, con una primera y excelente noticia, contada por
ellos con interés y comprensible emoción humanística, de que con nosotros se
hallaban, la Representante a la Cámara Consuelo González de Perdomo y el
General Luis Mendieta, dos personalidades altamente conocidas a través de los
medios de comunicación, a raíz de sus secuestros perpetrados por las FARC; la
primera estuvo siete años y el otro doce encerrados y torturados en las oscuras
selvas de Colombia. Después fui descubriendo caras conocidas, como cuando
apareció el doctor Luis Andrés Fajardo, quien había sido nuestro profesor en la
Maestría, quiero destacar que lo recordamos como buen profesor, y que en esta
ocasión venía liderando y orientando el grupo de estudiantes de la Universidad
Sergio Arboleda, donde él dirige el Departamento de Derechos Humanos. Lo acompañaba
su esposa María Eugenia Gruesso Rodríguez, aspecto éste aparentemente
intrascendente pero que le otorgaba a la ocasión, sobre todo a los anuncios y preludios
del dinámico viaje, un cierto y evidente aire de camaradería familiar, estando
como estábamos al otro lado del charco. Lo mismo que ocurriría con otras
circunstancias igualmente familiares, conocidas por mí gradualmente con
posterioridad, como la presencia del doctor Pablo Elías González, acompañado permanente
de su hija Liz Astrid, la del doctor César Manrique y su hijo Sergio, joven
estudiante de la Universidad de Harvard, pero que se sentía bien cómodo en esta
experiencia con veteranos en el tema de los Derechos Humanos en el Terreno, y
la de Antonio, quien siempre estuvo con su señora y colega, sin descuidar los deberes
inherentes a la exigente programación académica. O, digámoslo al revés: quien
siempre estuvo atento de la mencionada programación, pero sin descuidar sus
deberes de esposo.
Me correspondió una silla en la
parte de atrás del avión de Iberia. A mi lado un ciudadano español, que poco a
poco descubrí que era parte integrante del grupo, en calidad de conferencista
invitado, profesor de la Universidad Alfonso el Sabio, codirector del Instituto
Berg, buen conversador, virtud ésta que constituía la mejor fórmula para
entretenerme, en caso de que hubiesen turbulencias en el vuelo, las que por
fortuna nunca sobrevinieron, gracias a Dios. Mi vecino de silla en el vuelo a
Ámsterdam era nada mas ni nada menos que el doctor Javier López Goicochea,
amigo y permanente colaborador del doctor Joaquín González Ibáñez, y, como lo
expresé previamente, una de las piezas clave del exigente y atractivo programa
académico, talante que pudimos comprobar durante el desarrollo de las
conferencias y materias previstas en las jornadas de Otzenhousen. Con Javier
tuve la oportunidad de tratar algunos temas de mi propia cosecha, como aquellos
que tienen que ver con los Derechos Humanos y los impactos de la minería
multinacional, las experiencias españolas en estas lides y ciertos asuntos de
la narrativa de ese país dedicados a estos específicos tópicos controvertibles
del desarrollo. Me recomendó leer los libros del escritor leonés Julio
Llamazares, algunos inclinados a examinar el impacto social de la minería en la
región de Castilla y León, otros a ponderar su particular y conocido estilo
filosófico. Al fin y al cabo Javier González Goicochea, como buen filósofo que
resultó ser, seguramente entiende y comparte aquello que recurrentemente
predica nuestro colega Llamazares, también abogado, cuando alza su bandera
literaria para reflexionar críticamente sobre el uso del tiempo: El tiempo es
todo en la vida de una persona, dice de forma repetitiva, al paso que pronuncia
su célebre sentencia: “La gran utopía de la humanidad es parar el tiempo, y su
frustración no poder hacerlo”. Me recordaba el profesor López Goicoechea que el
escritor Llamazares procede de una región minera, por lo menos donde él pasó su
infancia, Olleros de Sabero, y es allí, precisamente, sobre esta parte de la
geografía ibérica, recientemente declarada por la Unesco como Reserva de la Biosfera,
que ahora la Red Eléctrica Española tiene trazada una línea de alta tensión,
que cruzaría la Montaña Central Leonesa, entre Lada (Asturias) y Velilla del
Río Carrión (Palencia), a la cual Llamazares está radicalmente opuesto y a la
que ha calificado peyorativamente como una “barbaridad paisajística”. Encontré
en el profesor López Goicochea una gran disposición para estos temas, dado que
tuvo desde niño la oportunidad de conversarlos con su padre, quien laboró
durante muchos años en las minas de carbón españolas y era muy observador y
estudioso de esas materias sociales.
Llegamos a Ámsterdam, un viaje
relativamente corto y muy agradable. En el aeropuerto holandés estaba esperándonos
un moderno autobús. Una vez estábamos sentados, comenzó el ritual de la
rigurosa revisión del ingreso al vehículo, realizada por parte del amigo Curro,
de tal forma que no hubiera ningún atraso por culpa de algún estudiante distraído
que no estuviera atento al rigor de los horarios y señales de los organizadores.
Curro, pasaba lista, apoyado de un micrófono atado al tablero del vehículo
último modelo. Empezaron a sentirse las orientaciones del doctor Joaquín
González Ibáñez, empleando para ello una dinámica fundamentalmente humana, con
un tinte de exitosa pedagogía urbana e itinerante, que mantuvo siempre hasta el
final del programa, cada vez que algo nuevo venía en el orden de la
programación de la agenda: un poco de historia, algo de geografía y,
dependiendo del caso concreto, algunas explicaciones relativas a los diversos
matices específicos de la visita prevista. Por ejemplo, en la actual
circunstancia, el doctor Joaquín anunció de la siguiente forma el paso
subsiguiente: vamos ahora para La Haya, estamos a sólo cincuenta minutos de
esta ciudad. La Haya es la sede del gobierno del Reino de los Países Bajos, su
nombre oficial es 's-Gravenhage, aunque la capital es Ámsterdam, aquí donde
estamos en este momento. Dentro de unos treinta minutos pasaremos por el lado
de una bellísima ciudad que ustedes van a poder apreciar, porque aún es de día,
dijo, haciéndonos fijar la atención en el brillante sol de esta espléndida
tarde de verano, es una de las más bellas y de gran importancia de este país,
Róterdam, establecida a un lado del Río Mosa. Allí está construido el puerto
más grande de Europa y segundo más grande del mundo, está comunicado con el Río
Rin. Es una lástima, destacó el doctor González Ibáñez, que no tengamos hoy la
oportunidad de conocer completamente esta hermosa ciudad moderna, bombardeada y
destruida durante la Segunda Guerra Mundial, pero que se erige como un ejemplar
ejercicio de la inteligencia humana en términos de planeación, orden y
arquitectura moderna. Les recuerdo que mañana nos toca desayunar temprano,
ojalá antes de las nueve, luego estaremos partiendo, caminando y conociendo por
una zona de la ciudad muy bella, con muchas flores y árboles verdes pertenecientes
a este verano; llegaremos posteriormente al centro administrativo de La Haya,
lugar donde están ubicadas las principales dependencias administrativas, las
sedes de los Estados Generales de los Países Bajos, los Ministerios, la Suprema
Corte de los Países Bajos y el Consejo de Estado. También están muy cerca,
digamos que ubicadas dentro del mismo círculo urbanístico moderno y sobremanera
encantador, las Embajadas extranjeras, y, obviamente, las sedes de la Corte
Internacional de Justicia, la Corte Penal Internacional, el Tribunal Penal Internacional
para la ex Yugoslavia y Europol.
Admitamos simplemente que La Haya es
una ciudad espléndida y muy particular. Tiene la belleza de las otras ciudades
europeas, pero es fundamentalmente residencial y tranquila, es decir, una
ciudad que no ha sido impactada por la huella industrial, salvo el toque
caracterizadamente turístico otorgado por el puerto de Scheveningen en sus alrededores.
Al día siguiente, en primer lugar, tal
como había sido previsto y anunciado por el doctor González Ibáñez, caminamos hacia
la Corte Internacional de Justicia de Naciones Unidas. Ya son las once de la mañana.
Un poco de calor, aunque mucho menos que en Madrid, anotaban los compañeros. Es
hora de ingresar, pero hace falta en el inventario de Curro una persona. Nada
menos que Josefina, nuestra compañera de Maestría Josefina Muñoz, que no había
llegado caminando con el grupo. ¡Josefina no aparece!, cundió la noticia,
tratándose de una muy querida compañera y una de las más puntuales y visibles
de todo el grupo extenso. ¡Fue que no respondió cuando la llamaron a su
habitación!, decían. ¡Creímos que estaba desayunando!, afirmaban otros. ¿Dónde
estará Josefina, se habrá quedado dormida?, lo cual era muy explicable por el
cambio de horarios, ¿qué le habrá pasado a Josefina?. Interrogantes y
respuestas de toda índole saltaron recurrentemente desde los diferentes
círculos de amigos. Recriminaciones a Samuel le llovían por doquier, pues se
suponía que era Samuelito, como cariñosamente lo hemos bautizado desde antes
del viaje, en quien recaía la principal y perentoria obligación de encender las
alarmas si Josefina, María del Mar o Melissa, faltaban, como en este caso
crítico, es decir, si alguien, pero especialmente ellas, del subgrupo de la
Santo Tomás se extraviaba o retrasaba. En cierta forma nuestro compañero Elkin
Betancur y yo también fuimos duramente responsabilizados por el lamentable e
inexplicable descarrío de la afable Josefina, de igual o similar manera que
ocurría con la inculpación a Samuelito, en menor o mayor grado, pues la presunta
y compleja responsabilidad colectiva e individual de todos los del grupo,
emanaba únicamente de la existencia del discretísimo y solemne convenio pactado
entre ellos, sí, entre ellos cinco, mis compañeros de Maestría de la Santo
Tomás, de no separarnos jamás en Europa durante el viaje, obligación que yo no
pacté expresamente, pero que percibí, entendí y acaté sin reproche alguno,
desde el primer momento de mi encuentro con ellos en Barajas, dado que tales
medidas fueron acordadas a primera hora en Madrid y mi llegada fue posterior,
apenas un día antes de la llegada a Ámsterdam, como ha quedado suficientemente
explicado, y gracias al pésimo trato de la desenfocada empleada de la Embajada
de Holanda. Esa fue una de las normas básicas que aprobaron mis compañeros a su
arribo a Madrid, desde el primer momento en que se apercibieron del tremendo
riesgo que corríamos, especialmente los provincianos, que éramos en la gran
mayoría, confundidos o refundidos en un continente complejo, multilingüe y desconocido,
cuando surgió la necesidad de dictar y decretar indispensables reglas de
convivencia y protección mutuas. Reglas entendibles, como la de que nadie podía
moverse, ni siquiera entrar de urgencia a un baño en un aeropuerto u otro lugar
público y congestionado, sin que el resto de compañeros estuviese
suficientemente informado, mediara una expresa aprobación, por lo menos de uno
de nosotros, y estuviesen las alarmas de seguridad convenientemente encendidas.
Mucho más exigente y severa fue la obligación pactada, cuando de proteger a las
damas se trataba, antipático énfasis de género que seguramente no fue tratado
ni acordado de manera expresa y especial, pero que lo hemos asumido como algo
invenciblemente típico y cultural, válido entre nosotros, hombres y mujeres
colombianos, así digamos en público todo lo contrario para evitar censuras de
discriminación de género. Reglas que evidenciaban, además, el rótulo de nuestro
lejano origen suramericano, léase subdesarrollado y precario estrato, hallados como
estábamos en la difícil encrucijada de atravesar la plurilingüe y sofisticada
Europa. Cesó la horrible mañana cuando, al fin, apareció Josefina en un taxi.
Nos alcanzó puntualmente en la puerta de entrada a Europol, diciendo que, simplemente,
lo que ocurrió, según su emocionante historia, fue que ella despertó un poco
tarde y no tuvo otra opción que contratar un taxi, con la experta orientación
de la colombiana que trabajaba en el hotel, disfrutando plena y felizmente el paseo mientras
era hora de encontrarnos al momento de ingresar al segundo lugar del programa
en La Haya, donde nos halló con los nervios destrozados. Ella daba muestras de
tranquilidad y engreimiento femenino, propios de la mujer colombiana cuando ha logrado
exitosamente superar una difícil prueba de autosuficiencia e intrepidez, no
obstante que esporádica y discretamente refunfuñaba cuando había la oportunidad,
y siempre que Samuelito se le acercaba a darle explicaciones que ella no había
pedido, lo cual confirmaba nuestras sospechas sobre la existencia del susodicho
pacto de mutuo auxilio.
En todo caso, pudimos ingresar al hermoso edificio de la Corte
Internacional de Justicia, donde fuimos atendidos de la mejor forma. Aquí
recibimos la información y enseñanzas previstas, sobre cómo funciona el
edificio, los orígenes y funcionamiento de la Corte. Especial énfasis se hizo
en el número uno de los artículos del preámbulo de la Carta de las Naciones
Unidas que dice que éste instrumento, que, además contiene el Reglamento de la
Corte Internacional de Justicia, busca, como su más importante finalidad
institucional “preservar a las
generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra
vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles”. La Carta de las Naciones Unidas se firmó el 26
de junio de 1945 en San Francisco, al terminar la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Organización Internacional, y entró en vigor el 24 de octubre del
mismo año.
Debo confesar que fue en ese momento
que le encontré sentido a la denominación adoptada por los organizadores de los
Derechos Humanos en el Terreno. La expresión contenida en esta parte transcrita
del preámbulo es desafortunadamente la más afortunada. “..la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la
humanidad sufrimientos indecibles”. Lo que sentí, y me atrevo a decir que
ocurrió igual sensación con el resto de los cuarenta compañeros colombianos, y
seguramente con nuestros hermanos peruanos, colegas Gilbert Violeta López y la
Congresista Marisol Pérez Tello, fue que asistíamos a las primeras lecciones
para aprender las enseñanzas de una verdadera guerra mundial, donde se
infligieron a la humanidad sufrimientos indecibles, como claramente reza en el
preámbulo citado: bombardeo y destrucción parcial de ciudades, exterminio de
millones de personas por causas igualmente indecibles. Todo es increíblemente
indecible, para expresarlo de alguna manera resumida y precisa. Como son
indecibles, pero en diferente anchura y extensión, los estragos que nos ha asestado
nuestro conflicto interno a los colombianos, derramamiento de sangre entre
hermanos, con nombre de masacres, ejecuciones extrajudiciales a seres humanos,
simplemente para inflar falsas estadísticas y distorsionar el mapa humano de
las responsabilidades. Impunidad y corrupción indecibles.
La Carta de las Naciones Unidas
resulta ser como el Acta de Constitución de las Naciones Unidas, su partida de
nacimiento, lo mismo que el instrumento jurídico que le da vida a la Corte
Internacional de Justicia. En efecto, el artículo 92 de la Carta estableció que
la Corte Internacional de Justicia será el órgano judicial principal de las
Naciones Unidas; funcionará de conformidad con el Estatuto anexo, dice, que
está basado en el de la Corte Permanente de Justicia Internacional, y que forma
parte integrante de esta Carta, reitera. La Corte Internacional de Justicia
nació como una respuesta a la violencia entre los Estados, a imponer la
práctica de la tolerancia internacional en términos judiciales y a defender la
convivencia en paz entre vecinos, entre todos, pero entre vecinos,
especialmente. Es importante destacar que sólo es a los Estados a los que les
corresponde proponer la controversia jurídica contra los otros Estados en el
seno de la Corte Internacional de Justicia. Tienen la posibilidad de acceder a
la Corte todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas que al ratificar la
Carta aceptaron sus obligaciones y, por tanto, pasaron a ser partes
automáticamente en el Estatuto de la Corte, que es una de las piezas esenciales
de la Carta; también, los Estados que hayan pasado a ser partes en el Estatuto
de la Corte, aun sin ser Miembros de las Naciones Unidas, como es el caso de
Suiza; igualmente, todos los Estados que, aunque no sean Miembros de las
Naciones Unidas, ni tampoco partes en el Estatuto de la Corte Internacional de
Justicia, pero que hayan depositado en la Secretaría una declaración que reúna
los requisitos establecidos por el Consejo de Seguridad en cuya virtud acepten
la jurisdicción de la Corte y se comprometan a dar cumplimiento de buena fe a
sus decisiones. Es claro, se nos resaltó suficientemente para que no se nos
olvide, que la Corte Internacional de Justicia es un tribunal civil, no es un
tribunal penal, donde no se juzgan a personas sino a los Estados. La Corte
tampoco puede conocer de controversias entre un Estado y una organización
internacional, ni entre dos organizaciones internacionales, ni podrá ocuparse
de las solicitudes remitidas por particulares, por muy importantes que sean.
Se nos recordaron algunos casos
importantes que fueron ventilados en la Corte Internacional de Justicia, entre
ellos la famosa controversia entre Colombia y Perú, por cuenta del asilo
otorgado por Colombia al político peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, quien
había sido acusado de tramar un Golpe de Estado contra el gobierno de su país.
En un primer fallo la Corte decidió que Colombia no era quien podía calificar
de político o no el delito en cuestión, por lo tanto se declaró ilegal la forma
como se concedió el asilo; luego, tres años después, otro fallo de la Corte
concluye diciendo que Colombia no estaba obligado a entregar al señor Haya de
la Torre al Perú. La controversia, posteriormente fue solucionada por la vía de
una negociación política y el personaje pudo salir de su país, después de haber
estado refugiado cinco años en la Embajada colombiana en Lima. En la actualidad
Colombia tiene pendientes los casos con Ecuador y con Nicaragua. En el primero
la Corte estudia la memoria y contra memoria surgidas desde la demanda
inicialmente formulada por Ecuador, por hechos relacionados con la aspersión
aérea del herbicida utilizado en la frontera colombo ecuatoriana para la
erradicación de cultivos ilícitos. Con Nicaragua el caso tiene referencia al
Diferendo Territorial Marítimo, que en este momento está pendiente de resolver.
El actual episodio de persecución de que es víctima el señor Julian Assange
eventualmente podría generar una controversia judicial que tendría como
escenario la Corte Internacional de Justicia: por una parte Ecuador
pretendiendo hacer valer la inviolabilidad de su Embajada en Londres, donde
está asilado políticamente el fundador de Wikileaks, frente a las expresas
presiones de los gobiernos de Suecia e Inglaterra que propugnan por la tesis de
invalidar el asilo político con una tesis eminentemente del derecho local.
Aunque es cierto que este es un caso completamente diferente al de Haya de la
Torre, no es menos cierto que éste tiene importantes similitudes con aquél.
A propósito de esta complejidad
jurídica se nos advirtió y recalcó nuevamente, dada nuestra condición de aprendices
del funcionamiento de estas herramientas internacionales para la defensa de los
Derechos Humanos, que la Corte Internacional de Justicia no es un tribunal
donde se juzga la violación de los Derechos Humanos, como sí lo es el Tribunal
de Estrasburgo, por ejemplo. Otra cosa es que en la práctica litigios planteados
entre Estados, podrían conllevar implícitas causas y razonamientos ligados o
cercanos a la protección de derechos humanos de nacionales de uno u otro Estado
inmerso en controversias jurídicas internacionales. Uno de los conferencistas
que más se esmeró en dejar bien claro este parámetro fue el doctor Luis Alfonso
Fajardo, quien trajo a colación el ejemplo del caso Barcelona Traction en el
cual la Corte hizo referencias puntuales a obligaciones de los Estados respecto
a la comunidad internacional en su conjunto, es decir, erga omnes, como “declarar ilegales los actos de agresión y
genocidio”, lo mismo que la obligación de “aplicar los principios y normas relativos a los derechos básicos de la
persona humana, incluso la protección contra la esclavitud y la discriminación
racial”. En dicho litigio de Bélgica contra España estaba involucrada una
discusión respecto a esta empresa canadiense domiciliada en Toronto, pero
radicada operativamente en Barcelona, discusión muy esclarecedora de los derechos
básicos de algunos ciudadanos belgas, socios y trabajadores de dicha compañía. La
Corte finalmente dictaminó a favor del Estado español, manteniendo la tesis de que
sólo podía demandar el Estado de quien era nacional la compañía, en este caso
Canadá, pero aprovechó para fijar jurisprudencia importante sobre que si un
Estado viola ciertas obligaciones de respeto a los Derechos Humanos, cualquier
otro Estado puede legítimamente reclamar en defensa de esos derechos humanos
fundamentales y protestar contra su violación. En este ejercicio de aprender
cómo funciona la Corte Internacional de Justicia, se nos informó que también
por conducto de Opiniones Consultivas se ha contribuido a reforzar el sistema
de supervisión de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
La Corte estableció en 1993 una Sala
de Cuestiones Ambientales, demostrando de esa manera que está precaviendo
abordar debidamente este tipo de controversias.
Tres de la tarde, hora de ingreso al
Edificio de Europol. Ya hemos superado el susto del temporal extravío de
Josefina. Acceder al moderno edificio es un ejercicio complejo y sofisticado de
todo tipo de seguridades, mucho más complicado que hacerlo en cualquier aeropuerto
del mundo.
Las palabras de iniciación a la formal
reunión con funcionarios de Europol estuvieron a cargo del Doctor Joaquín
González Ibáñez, quien aprovechó para manifestar a los funcionarios de la
Policía Nacional de Colombia su agradecimiento por la atenta asistencia y explicó
la importancia para la sociedad de ser policía y su significado en términos de
funcionar como un buen servidor público.
Algunos interrogantes planteados por
Samuelito, bien intencionados por supuesto, dieron lugar a una enérgica y muy
cordial reacción del Mayor General Rafael Parra Garzón, uno de nuestros
compañeros del grupo y oficial con más de treinta y siete años de servicio a la
Policía Nacional, quien últimamente se desempeñó, durante cuatro años y medio
como sub director General de la Policía Nacional, ejerciendo actualmente como
Adjunto de Policía en la Embajada de Colombia en Madrid. Samuelito cuestionó en
su intervención algunos aspectos operativos de la Policía Nacional en nuestro
país, aquellos que lamentablemente se han vuelto rutina dentro del examen sobre
respeto de los Derechos Humanos, que permanentemente los ciudadanos de a pie le
hacemos a la institución, dando lugar a la réplica del Alto Oficial, quien hizo
un despliegue de argumentación institucional, sin caer en el debate común y
corriente, ni perdiendo el equilibrio indispensable para salvaguardar la
elegancia parlamentaria y buena relación con el resto del grupo, especialmente
con Samuelito. Empezó evocando una frase pronunciada por el Señor Mayor
Humberto Aparicio Navia, quien en una circunstancia, suponemos que igual o
similar, expresó solemnemente el siguiente anuncio retórico: MI ALMA SE NIEGA A
GUARDAR SILENCIO, significando que era su deber responder erguido e inmediatamente
ante cualquier alusión negativa a la institución policial colombiana. Nos recordó
seguidamente que quienes estábamos allí sentados en ese claustro magno de la
europolicía en La Haya, en nuestra condición de colombianos, deberíamos
sentirnos orgullosos de la Policía Nacional que teníamos, porque es Colombia el
único país americano que tiene asiento permanente en EUROPOL, y eso es
absolutamente cierto, y, agregó, que deberíamos entender ese factor como un justo
reconocimiento a las calidades profesionales y capacidades alcanzadas por
nuestra institución, algo que también es cierto, añadiéndole, digo yo, a la
anterior argumentación, otras razones ligadas a la lucha que libra toda la
sociedad colombiana y el mundo entero contra el flagelo del narcotráfico global.
Resaltemos que indudablemente existe a nivel internacional un reconocimiento a
los esfuerzos que hacen todas las instituciones estatales, unas más que otras,
también es una afirmación de mi propia cosecha, en la guerra frontal contra las
poderosas organizaciones criminales. Admitamos también lo dicho por el General
Parra, que el respeto por los Derechos Humanos fue y sigue siendo una de las condiciones
fijadas por Europol para la aceptación del ingreso de Colombia a la institución
policial europea, lo mismo que para acceder a los beneficios de la indispensable
cooperación internacional. Logró el General que todos reflexionáramos por
momento en la calidad de Policía que tenemos y que a veces desconocemos o,
simplemente, la alta complejidad de lo que ocurre en nuestro país hace que pase
desapercibida.
Casi que meto la mano en la
candela por Samuelito en público, pero preferí, en privado, delante de Luis Alfonso Fajardo, expresarle mi
conformidad con lo dicho por él, respecto a las no pocas situaciones en que la
institución policial salía mal librada en el balance de pesos y contrapesos de
censuras y reconocimientos de la sociedad, que de ninguna manera, implicaba
chocar con las aseveraciones generales del General, que se referían
juiciosamente a defender la progresividad de su institución, que no era igual a
tapar el sol con las manos, es decir, negar que en muchos casos concretos, de
individualidades o grupúsculos aislados, enquistados indebidamente en la
entidad, aprovechaban el ropaje ético y respetabilidad de la Policía Nacional
Colombiana, para promover y realizar conductas delictivas censurables internacionalmente,
inclusive.
En el 2004 Colombia articuló un
convenio estratégico con Europol y luego, recientemente, se firmó el acuerdo
operacional, que busca profundizar en la lucha contra el narcotráfico
internacional que se ha extendido crecientemente a Europa. Muy pocos países, no
europeos, entre ellos Colombia, Australia, Albania, están organizados
estratégicamente dentro de la estructura de Europol.
Se dice que muy poca gente puede
hablar con profundidad sobre Europol, dado que esta es una policía semi
clandestina, sin embargo fuimos privilegiados con la información amplia
brindada por dos oficiales que nos atendieron, gracias a la buena gestión y
relacionamiento del doctor González Ibáñez, uno de ellos colombiano y la otra
una oficial de la Guardia Civil Española.
También se afirma que la
principal arma utilizada por los oficiales de Europol es el ratón de un
ordenador, mediante el cual organizan e intercambian con los países de interés
todo tipo de información sobre las diferentes formas de la delincuencia
internacional.
Adicional a las ventajas de Europol
está planteada la discusión, digamos que el temor de algunos críticos, sobre si
la incontrolada operación de la entidad, cada vez con más autonomía, podría
poner en peligro las libertades públicas. Esta postura deviene de la afirmación
de que la fuerza de Europol emana de la importancia política prevista por el
Pacto de Trevi. El Acuerdo de Schengen le otorga herramientas procedimentales a
Europol para hacer efectiva la integración de fronteras, o eliminación de
controles en las mismas, sin detrimento de las garantías ciudadanas, ni de la
acción policial al interior de la Unión Europea, concretamente en lo que se
conoce como el espacio Schengen.
Tiempo y cena libre en
el centro de La Haya
La sugerencia predominante era
que conozcamos el Centro de La Haya. Pero lo que realmente ocurrió fue una
desbandada de buena parte del grupo de estudiantes, hombres y mujeres, que
desertó con destino a la ciudad de Ámsterdam, que estaba relativamente cerca, a
ver vitrinas, como se nos dijo, inicialmente, pero que muy temprano descubrimos
que las tales vitrinas no era otra cosa que caminar por la Zona Roja de esa
ciudad, lo cual constituía una enorme curiosidad y al mismo tiempo un atractivo
turístico generalizado, mundialmente reconocido y apetecido. La Zona Roja o
Barrio Rojo en Ámsterdam es un sitio que existe desde el año 1200, advirtiendo
que para esa época no se llamaba de esa excitante manera. Como dato estadístico
muy diciente resaltemos que en el siglo XVl la prostitución estaba prohibida,
pero fue en este período que más se desarrolló. A partir del siglo XVll es
cuando proliferan las famosas vitrinas para exhibición de prostitutas que se
ofrecían como mercancías.
Estoy aterrado de mi excelente
compostura, respondió en una explosiva y picante demostración de buen humor, el
abogado pereirano Gerardo Bernal, cuando al día siguiente le interrogamos sobre
cómo le había ido en su paseo por Ámsterdam, queriendo ponderar de esa forma
irónica la influyente compañía de las dos colegas, sobremanera serias y
circunspectas, sus paisanas Sandra Lorena Cárdenas y Margarita Rosa Cortés
Velasco. Ciertamente, la visita a Ámsterdam dejó muchos comentarios en el
ambiente de los cuarenta compañeros estudiantes, pues, en muchos era fortísimo
el impacto del generalizado olor a marihuana por las calles y plazas, en otros
la crítica o discusión se centraba en la legalidad de la prostitución y la
sostenibilidad ética de la mercadería humana de las vitrinas, o, simplemente,
el cuestionamiento se refería al desorden e indisciplina de la ciudad, como fue
la dura posición expresada al respecto por la jurista Cortés Velasco sobre ese controversial
parámetro. Claro, que surgió el necesario parangón sobre qué era más impactante
a los sentidos del observador suramericano, si la legalización de la droga o la
de la prostitución, ésta última acompañada de un ingrediente muy pesado en la
balanza ética y moral, particularmente en el terreno de la dignidad humana de
la mujer, como es la exhibición con fines promocionales del mercadeo sexual
femenino. Es éste un tremendo componente de análisis en un grupo como el
nuestro de estudiantes y expertos en el tema de los Derechos Humanos. Se trajo
a colación, además, la discusión generada internamente en Holanda,
precisamente, por cuenta de éste último tópico de la legalidad. El líder
político de la zona rosa de Ámsterdam Lodewijk Asscher, quien ha sido concejal del municipio, ha planteado que es
un error nacional creer que la prostitución forma parte de valores como la
libertad y la tolerancia. Asscher sostiene la tesis de que “hay una dura criminalidad detrás de los escaparates. Mujeres
explotadas al máximo, a quienes les retienen el pasaporte y se les impone una
deuda ficticia que deben saldar con su trabajo en la prostitución. Si no rinden
como se les exige son víctimas de maltrato.” Según las estadísticas de la
policía amsterdamesa, entre el 50 y el 90 por ciento de las mujeres que
trabajan en la prostitución no lo hace voluntariamente. En todo caso, queda muy
mal parada la legitimidad y sostenibilidad moral y jurídica de una situación tan
extravagante donde ocurren casos como el del rufián que tenía 110 mujeres
trabajando por la fuerza, pero que la población sólo se mostró indignada cuando
este individuo se fugó.
Para una próxima edición del programa Derechos Humanos en el Terreno nos
gustaría proponerle al doctor Joaquín González Ibáñez incluyera en la agenda académica
una especial y caracterizada visita a Ámsterdam, contemplando la posibilidad de
examinar “en el terreno”, con la participación de invitados especializados,
defensores de uno y otro extremo de la posición, lo concerniente a la legalidad
del consumo de drogas blandas y la prostitución con todas sus arandelas,
especialmente el punto álgido del mercadeo en los famosos escaparates o
vitrinas. Como trabajadores en temas de Derechos Humanos y como simples
ciudadanos podríamos acceder en primera fila a una discusión global, candente siempre
en nuestro país, y cada vez más necesaria de abordar con seriedad y profunda
responsabilidad en búsqueda de soluciones. Tengamos en cuenta para abrir una
discusión sobre esta materia la experiencia de Suecia que es completamente
contraria a la holandesa, donde se ha combatido frontalmente la prostitución,
obteniendo positivos resultados contra el tráfico de personas y el maltrato de
la mujer con una fórmula represiva. Una política de Estado en Suecia ha sido
establecer, paralelamente a la represión, estímulos sociales para que la mujer
prostituta abandone progresivamente su oficio y se reintegre a otra normalidad
laboral respetable.
En
el 2002 se aprobó la Ley de Prohibición del Tráfico Humano para el Propósito de
Explotación Sexual, la cual llenó algunos vacíos que había en la legislación
vigente y fortaleció aún más las facultades del gobierno sueco para perseguir a
la red que rodea y apoya la prostitución en ese país, como reclutadores,
transportadores y anfitriones. La mujer prostituta en Suecia es considerada
como víctima y por tanto merecedora de ayuda y no criminalizada por la sociedad
como ocurre entre nosotros. La síntesis de esta fórmula es penalizar al cliente
y no a la que se prostituye.
Recientemente en
Colombia hemos sido testigos de dos escandalosas noticias asociadas a estos
temas, prostitución vs derechos humanos y legalización de las drogas alucinógenas,
considerados tabúes en gran parte de nuestra pacata sociedad nacional: por una
parte, la avalancha publicitaria alrededor de la compatriota Dania Londoño,
presumimos que discretísima mujer antes del escándalo de que fue víctima,
catapultada estruendosamente ante los ojos del mundo por su oficio de
prostituta, a raíz del desenlace suscitado con el descubrimiento periodístico
de que sus clientes, miembros del cuerpo de seguridad del presidente de Estados
Unidos en la Cumbre de las Américas en Cartagena, no pagaron los dólares
prometidos a la hermosa sanandresana ni a sus compañeras de faenas sexuales.
Las fotos que encontraremos a continuación han sido seleccionadas con apego
a la seriedad académica de esta crónica, dentro de una montaña de posibilidades
que ofrece la red informática pública, fotos que recorrieron un ancho universo
de profusa divulgación noticiosa y publicitaria, que claramente demuestran cómo
se disparó, sin ética periodística ni escrúpulo alguno, la promoción de la
condición de prostituta de esta mujer, con nombre y apellido, lo cual sobrepasó
los límites de la intimidad, mucho más grave que lo que, “normalmente” ocurre con
la dignidad humana de la mujer encerrada en cualquier vitrina de Ámsterdam,
donde la exposición es temporal y de cierta manera anónima. No es una
fotografía curiosa la de una familia, donde están niños muy atentos, por
cierto, observando un programa de televisión en el que seguramente acribillaban
a preguntas de todo calibre a la tristemente célebre Dania. Es esa una prueba
cruel y dramática del triste espectáculo pretendido por los medios de
comunicación y aceptada por la sociedad, no obstante la mojigatería que nos
caracteriza frente a este tipo de fenómenos y noticias.
En nuestra opinión, a la luz de lo que debería ser la correcta protección
de los Derechos Humanos, deberíamos examinar no sólo lo ocurrido con la afrenta
pública a esta mujer ultrajada, sino, además, lo ocurrido con la vulneración de
los derechos humanos de los hombres involucrados en el escarnio público, me
refiero a los señores integrantes de la seguridad del presidente de los Estados
Unidos, quienes debieron ser sometidos al más riguroso proceso disciplinario y
penal en su país por haber descuidado, lo presumimos como de la mayor obviedad,
el oficio de detectives y guardianes del hombre más importante del país más
poderoso de la tierra. Eso está bien, muy bien que suceda, que respondan por la
normatividad de su delicado encargo, pero otra cosa es que quienes estamos en
este trajín de defensores de derechos humanos hagamos, por lo menos, una
responsable cavilación académica, sobre la aplastante desconsideración que como
seres humanos padecieron y están padeciendo los policiales encartados en este
escándalo desproporcionado. Pongámonos en su pellejo, en lo atinente al respeto
de los Derechos Humanos, a las debidas consideraciones de sus familias,
incluyendo a sus hijos, y digamos si haber tenido un desencuentro económico con
estas damiselas podría legítimamente haber dado lugar a esta descomedida y
humillante exposición a la mofa pública internacional.
El fenómeno de profusa publicidad
“negativa” o “positiva”, cualquiera que hubiese sido el rango u orientación
ética, desde el punto de vista promocional de la carne femenina, generado en
cabeza de la señora Londoño, en el caso de marras, es extraordinariamente
lesivo de la dignidad humana de la mujer y constituye un pésimo precedente en
términos de respeto de los Derechos Humanos, también resulta ser un deplorable
ejercicio de tratamiento periodístico que vulnera la integridad moral de la
mujer, la privacidad y la intimidad, que se internacionalizó y magnificó con el
pretexto, también deleznable, de revelar la debilidad de los miembros del
cuerpo de seguridad del presidente de los Estados Unidos. El oficio reservado de
esta mujer salió del anonimato y clandestinidad, a “gozar” de una fenomenal popularidad
que súbitamente la convirtió en atractiva mercancía femenina para los medios de
comunicación del mundo, sin que hubiese alguna consideración estatal
humanitaria que sugiriera protección a sus derechos y los de su familia
avergonzada. En cierta entrevista concedida a un importante medio de comunicación
Dania declaró que en ese momento aún su hijo menor no se había enterado del
escándalo, como quien ingenuamente, pero consciente de su gravedad, reconocía y
advertía la desprotección del interés Superior del Niño, de su hijo, que más
adelante se tendría que poner al corriente de las proporciones de la batahola
de su madre.
Algunos abogados saltaron a la palestra, eso
sí con increíble prontitud, no a defender la línea de protección de los
Derechos Humanos de la mujer agraviada, de la integridad moral de su familia,
el Interés Superior del hijo, sino a propender por cuidar que el escándalo en
el que estaba inmersa la señora generara mayores dividendos económicos. No es
difícil encontrar en las redes sociales de internet declaraciones de conocidos
juristas, en calidad de apoderados y voceros de la señora Londoño, anunciando
la vocación de su poderdante de posar desnuda, si fuese rentable hacerlo, en la
portada de una conocida publicación especializada en temas pornográficos y
sicalípticos. En otras palabras, jurisconsultos dedicados por completo a proteger
jurídicamente la explotación económica de la excitante imagen de prostituta famosa
de su cliente. Muchos respetables medios de comunicación también se peleaban la
posibilidad de acaparar la exclusividad del derecho de poder hacerlo. A
propósito de lo anterior, y para confirmar que esta tendencia de banalización
de la cultura y del oficio de la abogacía no es de manera alguna una situación
aislada y en vía de extinción en nuestro medio social, sino al contrario,
arraigada y con ganas de generalizarse, me permitiré trascribir un aparte pertinente
de la explicación que hizo el escritor Mario Vargas Llosa, muy oportuna y
eficaz en su momento y ahora, para entender un poco mejor lo que pasa con el
moderno ejercicio del periodismo predominante y, lamentablemente, con cierta
tendencia a la insustancialidad del ejercicio de la abogacía, sobre lo que él
denomina Civilización del Espectáculo. Dice el escritor: “¿Qué quiero decir con civilización del espectáculo? La de un mundo en
el que el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el
entretenimiento, donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión
universal. Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Sólo un
puritano fanático podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieran
dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo
general en rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras. Pero convertir esa
natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias a
veces inesperadas. Entre ellas la banalización de la cultura, la generalización
de la frivolidad, y, en el campo específico de la información, la proliferación
del periodismo irresponsable, el que se alimenta de la chismografía y el
escándalo.”
La otra discusión pública fue suscitada por la propuesta del alcalde de
Bogotá de crear zonas de distensión para consumir drogas en la capital, o, como
también se han denominado, centros de consumo controlado para drogadictos, que
funcionarían como fórmula transicional para combatir la drogadicción y la
insoportable delincuencia y corrupción reinantes en la ciudad capital. Esta
oportuna y sana iniciativa debería elaborarse y sustentarse con especial
cuidado ciudadano, independiente del resultado de las encuestas respecto a la
aceptación del anuncio, es decir, que no deberíamos, ni el alcalde ni nosotros,
esperar con cálculo matemático los réditos de popularidad de quienes la
defienden y proponen para construirla gota a gota y al ritmo de las encuestas y
encuestadores. Este complejo tema, característico del descomunal micro tráfico
y consumo de drogas alucinógenas, agigantado en nuestras principales ciudades, está
conectado de forma dramática con la salud pública, la delincuencia organizada
y, en especial, con la criminalidad juvenil y la permanente y creciente
violación de los Derechos Humanos. Los niveles de destrucción de la sociedad
colombiana, por cuenta del ascendente consumo clandestino de drogas
alucinógenas, son simplemente alarmantes.
Como un aporte a las reflexiones
que se tendrán que hacer, ahora y siempre, sobre esta materia que pone en tela
de juicio los derechos de la mujer, he querido suministrar a los lectores estas
dos estrofas del poema Hombres Necios,
de la poetiza mejicana Sor Juana Inés de la Cruz:
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si la incitáis al mal?
CORTE PENAL INTERNACIONAL
Para la mayoría de nosotros la
CPI se ha convertido en tema de cierta forma cotidiano. Por una parte la carga
de documentos que hemos leído en nuestros estudios de posgrado, por otra la
fuerte tendencia en el país, planteada por los formadores de opinión en los
diferentes medios de comunicación, de creer en el poder disuasivo de la
institución y propugnar para que en cualquier momento el máximo tribunal penal
internacional aboque formalmente el caso colombiano para juzgar delitos de lesa
humanidad de marca mayor, es decir, los más sonados, que el mundo sabe que se
han cometido por actores de diverso origen, estatales y no estatales del mayor
rango posible. Por lo menos los de lesa humanidad. Pero una cosa es eso y otra
escuchar a la experta cuando nos explicó en vivo y en directo: “aquí en esta
silla se sienta el fiscal, acá los jueces, por allá ingresa el acusado a la
Sala de juzgamiento, detrás de aquella cortina traslúcida estarán sentados algunos
testigos protegidos del impacto de las cámaras de televisión; los periodistas
desde aquí tomarán notas, etc.,.” Quiéralo uno o no se le atraviesan algunos
rostros pálidos o siluetas temblorosas de colombianos por la imaginación,
esposados y cabizbajos, caminando hacia esa especie de cadalso, en este momento
ficticio de nuestro viaje convertido en el reino de las fantasías judiciales.
Siempre se recordará que gran
parte de los fundamentos de la Corte Penal Internacional proviene de la
experiencia de los Tribunales de Nüremberg y Tokio.
Funcionarios de la CPI explicando el funcionamiento de
la institución
Hasta el 14 de marzo pasado la
CPI emitió su primera sentencia condenando al exjefe miliciano congoleño Thomas
Lubanga. Esta decisión deberá implementarse lo más rápido posible, en otras
palabras complementarse, una vez se surtan las audiencias con víctimas para
discutir la pena que se impondrá y la forma de reparación. A pesar de esa
falencia la sentencia contra Lubanga ha sido considerada un paso muy importante
para la justicia penal internacional, que no ofreció ninguna duda sobre la
excelente idoneidad y escrúpulo de los jueces de la Corte, no obstante que deja
algunos interrogantes respecto a la calidad de la justicia internacional como
es que este señor Lubanga haya permanecido siete años preso mientras culminaba
su juicio penal en La Haya, y, por otra parte, que no se hubiese involucrado al
condenado dentro de algún grado de responsabilidad por la conducta de abusos
sexuales a menores, no obstante que se mencionaron en el juicio pruebas que
respaldaron aseveraciones en ese sentido. Para hacernos a una idea de la dimensión y
gravedad de este caso, digamos que ha sido considerado el más importante
después de los resultados trágicos de la Segunda Guerra Mundial, pues se
calcula que dio lugar a cinco millones de personas muertas.
A los colombianos nos sirve de
referencia conocer que a Lubanga lo condenaron por haber sido el responsable de
configurar y liderar una de las tantas milicias que reclutaron, secuestraron y
masacraron niños menores de quince años en el centro de África al servicio de
una guerra que perseguía el control de la provincia de Ituri, región fronteriza
entre Uganda y Ruanda muy rica y apetecida por su potencial de fortuna en oro.
Viaje en autobús de La Haya a Bruselas
Elkin Betancur y Samuel Escobar Mosquera, dos compañeros muy especiales
de la Maestría de la Universidad Santo Tomás, quienes parecen celebrando y señalando
con una flecha la dirección del Centro de Europa, hacia donde estábamos
avanzando en conocimientos y experiencias.
Escultura de Madera que adorna una de las salas del elegante Hotel de
NH de Bruselas donde estuvo alojado el grupo.
Edificio Berlaymont, donde funciona la sede de la Comisión Europea
AYUNTAMIENTO DE LA GRAN PLAZA (Bruselas)
Aquí, en un restaurante de la Gran Plaza, en compañía de César Manrique
y su hijo, nos vimos el segundo juego de la seminal de la Eurocopa, Italia-
Alemania, ganando 1 a 0 Italia, contra todos los pronósticos, gracias a los
golazos de don Mario Balotelli. El sitio estaba atestado de alemanes e
italianos, cada facción con su particular manera de celebrar las jugadas
favorables a sus parciales. La cerveza de Bruselas como de Lovaina es uno de
los atractivos turísticos más apetecidos. Sin ser bebedor de cerveza
consuetudinario pude comprobar que es cierto lo de la bien ganada fama de la
cerveza de esta región europea. Muy acertada la recomendación de los
organizadores cuando nos decían que aprovecháramos para degustar una de las
mejores cervezas del mundo. Todos los compañeros se disgregaron a divertirse
sanamente y a comer la mejor comida.
Aquí está Josefina Muñoz y César Manrique en uno de los sitios más
bellos de Bruselas y frente a un monumental edificio adornado con
espectaculares obras de arte arquitectónico. Este espacio turístico, cualquiera
que sea su nombre, fue uno de los lugares impresionantes y predilectos,
aconsejado por el doctor Joaquín González, donde disfrutamos una buena versión
de un verano agradable.
María del Mar Martínez, profesor Luís Alfonso Fajardo y el sacerdote
Jorge Ferdinando Rodríguez Ruíz. Aquí disfrutamos de una excelente comida.
Uno de nuestros anfitriones en la Universidad de Lovaina, Dr. Paul
Lemmens, quien fuera profesor del doctor Joaquín González Ibáñez en Derechos
Humanos, hace veinte años, y quien recientemente fue designado Juez del
Tribunal Europeo de Derechos Humanos; nos acompaña Michael Merrigan, asistente
del Director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Lovaina.
No hay duda de que los doctores Paul Lemmens y
Joaquín González Ibáñez, se dirigen a la plaza Oude Markt, a conversar y
especialmente recordar las vivencias de veinte años atrás cuando el primero
tenía entre sus mejores alumnos al segundo. Joaquín no cesa de resaltarnos que
muchos de sus principios y valores jurídicos que él defiende se deben a las
enseñanzas del profesor Lemmens.
Esta escultura de bronce,
una silla larga y una dama grande y flaca sentada, corresponde a un monumento
erigido en la plaza Oude Markt a la mujer que históricamente le alquila su
cuarto, digamos que su cama, a los jóvenes turistas que parrandean, si se me
permite la expresión, a lo largo y ancho de la barra más grande y elegante del
mundo. No es difícil reconocer a simple vista en la matrona ciertos atributos y
estilo que la acercan al rango de la inconfundible prostituta. Su desparpajo
sentada, con las piernas despreocupadas y con la tranquilidad y frescura que
parece que desea invitar y abrazar al turista que se le acerca, no indica cosa
diferente, sin embargo, y esa fue mi experiencia, tiene uno que esperar el
dictamen de un experto para poder apropiarse de esa verdad europea. Yo asumí
como válida esa enseñanza cuando escuché la información de boca del doctor
González Ibáñez, pues de otra forma se me hubiese convertido en algo difícil de
entender y creer: de cómo una ciudad universitaria, en un medio tan académico
como lo es la región de Flandes, se haya levantado un monumento a las putas
europeas.
Elkin Betancur, Josefina Muñoz, Melissa Jaramillo, María del Mar
Martínez Chocue, Samuel Escobar Mosquera, Luis Alfonso Fajardo y Armando Pérez
Araújo. Lugar: Parlamento Europeo en Bruselas (Bélgica).
El Parlamento Europeo es la única
asamblea parlamentaria multinacional del mundo y única institución de la Unión
Europea elegida directamente por los ciudadanos de los veintisiete Estados
miembros. El Parlamento Europeo tiene su sede oficial en la bella ciudad de
Estrasburgo, ciudad que simboliza la reconciliación de los europeos, luego de
las dos guerras mundiales. Obviamente, también fue una ciudad fronteriza de
Francia y Alemania que en cierta época simbolizaba un motivo para la guerra,
codiciada por las dos potencias mencionadas. Hoy es una tranquila ciudad
francesa, a pesar del nombre que suena como de nacionalidad germana. También el
Parlamento Europeo cuenta con una sede en Bruselas.
Una dinámica extraordinariamente
inteligente es la distribución altamente democrática que tiene el Parlamento Europeo
en grupos definidos por sus identidades o afinidades políticas y no por las nacionalidades
de los diputados que lo integran. Los grupos existentes son: El Grupo del
Partido Popular Europeo que es(Demócrata-Cristiano); Grupo de la Alianza
Progresista de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo; Grupo de la
Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa; Grupo de los Verdes/Alianza Libre
Europea; Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos; Grupo Confederal de
la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica; y Grupo Europa de la
Libertad y de la Democracia. Además, existen los No Inscritos (NI), que son una
especie de No alineados, que no pertenecen a ningún grupo de los mencionados.
Un Grupo está compuesto por un mínimo de veinticinco miembros y está integrado
por diputados elegidos en al menos la cuarta parte de los países de la UE.
Nos llamó supremamente la atención la vocación
del Parlamento Europeo de trabajar en defensa de los Derechos Humanos, las
libertades fundamentales y la democracia real de las naciones. Una de las
preocupaciones, digamos que rutinarias, del Parlamento es cuidar porque los
acuerdos económicos y comerciales firmados por la Unión Europea y terceros
países respeten los Derechos Humanos. Otra práctica que dice mucho de sus
preocupaciones es el envío de delegaciones a todos los lugares del planeta con
el objeto de velar por el buen desarrollo de las elecciones.
El Premio Sájarov a la libertad
de conciencia es otro ejercicio del Parlamento Europeo de estímulo democrático
que evidencia la preocupación por el respeto de los derechos humanos. En la
lista de laureados se encuentran Nelson Mandela, las Madres de la plaza de Mayo
y la organización rusa que defiende los derechos humanos Memorial. Este premio
tiene por objeto rendir homenaje a personas u organizaciones que defienden los
derechos humanos, la democracia, la libertad y luchan contra la intolerancia y
opresión en el mundo. Los eurodiputados
y los grupos políticos son los que nominan a los candidatos a este
premio anual.
Digamos que es importante saber
diferenciar Comunidad Europea de Unión Europea. La forma más resumida de
explicarlo es diciendo que desde el 1º de diciembre de 2009, cuando entró en
vigor el Tratado de Lisboa, la Unión Europea reemplaza completamente lo que
antes se llamaba la Comunidad Europea. La Unión Europea es un sujeto de derecho
internacional con personería jurídica propia. La llamada Comunidad eran
realmente tres, es decir, CECA, Euratom y CEE/CE)
que formaban un sistema complejo conocido como «los tres pilares». Esta
última surgió después de la Segunda Guerra Mundial y como una sentida necesidad
europea de mejorar su posición en la balanza de contrapesos frente a la
realidad militar de las dos potencias surgidas en medio o como consecuencia de
tal confrontación con visos nacionalistas, Estados Unidos y la URSS. La CECA
era la Comunidad Económica del Carbón y del Acero, Euratom la Comunidad Europea
de Energía Atómica y la CEE/CE hacía referencia a la Comunidad Económica
Europea.
Es indispensable hablar del espacio de Schengen, y eso se hizo evidente en
diferentes oportunidades por parte del doctor Joaquín González Ibáñez, quien en
varias oportunidades abordó este interesante punto. Entendimos perfectamente
que el espacio Schengen abarca a los Estados miembros de la Unión Europea, con
excepción de pocos países. Vale la pena destacar que, sumada a la libre
circulación de personas y mercancías, es decir, a la eliminación de fronteras
materiales, se ha fortalecido el conocido como ámbito territorial de
cooperación Schengen, un concepto más amplio del propiamente dicho espacio
Schengen, donde participan absolutamente todos los países de la Unión Europea y
algunos denominados como terceros países. Tal como lo percibimos y aprendimos
en nuestra visita a las dependencias de Europol, en este espacio territorial y
jurídico europeo, no sólo se implementaron libertades y garantías sino también severos
controles policiales, extendidos y comunes a los diferentes países de la Unión.
Por lo que respecta a este viaje nuestro es pertinente resaltar que durante el
recorrido en autobús por varios países europeos, jamás fuimos requeridos por
autoridad de control policial alguna, cuando atravesábamos fronteras
evidentemente invisibles. Este sofisticado y agradable respeto por los Derechos
Humanos, como permanentemente lo califica el doctor Joaquín González Ibáñez, en
mi caso personal me permitió rememorar situaciones inversamente dramáticas de
nuestra realidad colombiana.
Salida del Parlamento Europeo
Gilbert Violeta López, Carlos Andrés Pérez Alarcón, Melissa Jaramillo,
Elkin Betancur, Armando Pérez Araújo, Luis Alfonso Fajardo, María del Mar
Martínez, Edward Cleves, Josefina Muñoz, Samuel Escobar Mosquera y Andrés
González Tamayo. Lugar: entrada al
museo en Struthof.
"Disparad primero y preguntad después, y, si os equivocáis, yo os
protegeré." Esta expresión fue encasillada a Hermann Goering, fundador
de la Gestapo, quien fue condenado a la ahorca, pero por padecer un enfermizo
orgullo militar dejó plantado al verdugo y prefirió suicidarse tragándose una
cápsula de cianuro de potasio. Ha sido un misterio establecer cómo hizo para
obtener esa famosa cápsula y hacerla ingresar a la prisión para usarla en el
momento deseado sin que fuese descubierto. De este prominente nazi, como de
Goebbels se dijeron muchas cosas raras, para estigmatizarlos políticamente, de
la misma manera como se hizo con el Führer. Basados en la pérdida de un
testículo que padeció Hitler en la batalla del Somme en 1916, según información
difundida por el publicista Toby O´Brien, se manejaba la campaña en algunas
ciudades alemanas indicando cosas como que "Hitler sólo tiene la gueva izquierda y Goering tiene dos pero
muy pequeñas y el pobre viejo Goebbels no tiene guevas en absoluto. Lo cierto es que este fue uno de los condenados
en el juicio de Nüremberg por delitos de lesa humanidad y es recordado como uno
de los criminales más cercanos y leales a Hitler. Destaquemos que este tema de
Nüremberg fue tratado de diferentes maneras en el programa de Derechos Humanos
en el Terreno. En una de las noches de la academia de Otzenhousen tuvimos la
oportunidad de observar la película Vencedores
o Vencidos, en compañía del doctor Joaquín González Ibáñez, quien paso a
paso suministraba explicaciones que iban desde la importancia y necesidad del
Juicio de Nüremberg en aquél momento de su implementación, hasta su influencia
en la estructura de principios de la Corte Penal Internacional. La impresionante
película, magistral obra del cine de Stanley Kramer, con actuaciones estelares
de dos gigantes del arte cinematográfico, Spencer Tracy y Burt Lancaster,
acreedora a dos Premios Oscar y a once nominaciones fue uno de los puntos
emocionantes del programa. El primero de los actores nombrados, se desempeñó
como el Juez en una espléndida actuación en la Academia, la última protagonizada
poco antes de su muerte, y el segundo actuó como el acusado elocuente,
convincente y solemne, dispuesto a decir la verdad, dueño y señor de una fantástica
expresión hierática, mesclada inteligentemente con aflicción y rabia, según la
crítica especializada del cine. No obstante lo anterior, fue el austríaco Maximilian
Schell, quien funcionó como brillante abogado defensor de los incriminados, el
que ganó el premio Oscar como mejor actor de la obra cinematográfica. Recordemos
que una de las más espeluznantes escenas de esta película revivió la orden nazi
de esterilizar a un humilde panadero alemán.
Los comentarios oportunos del
doctor González Ibáñez alcanzaron para referirse de manera pausada y con
sencilla pedagogía a los más importantes, digamos mejor, los más brutales y
atroces episodios criminales ocurridos para la época, como fue el caso de
Auschwitz, el peor y más tenebroso campo de concentración, o campo de
destrucción, como de manera correcta prefirió llamarlo Primo Levi, que
realmente fue un complejo criminal
formado por la conjunción de varios campos de experimentación médica y campos
de exterminio. En la puerta de uno de los campos de mayor jerarquía criminal,
Auschwitz 1, aparece un letrero en idioma alemán que dice Arbeit macht frei, que traduce el trabajo hace libre, donde se puede apreciar el detalle de la
"b" de "Arbeit" puesta al revés, en una demostración de
protesta de parte de quien elaboró el letrero, el prisionero y cerrajero
artístico Jan Liwacz. A partir de la utilización del gobierno nazi de
esta frase, la expresión quedó mundialmente estigmatizada, a tal extremo que en
Italia le llovieron serias críticas al presidente de la provincia de Chieti por
haber utilizado estas mismas palabras para promover una normal campaña de la
oficina de empleo. Tuvo el funcionario que pedirle perdón a la comunidad judía
para poder compensar la que fue calificada como una grave metedura de pata. Se
ha dicho que en un contexto decente la frase hubiese sido catalogada como un
pensamiento ejemplar, como una especie de variante de los evangelios en aquello
de que “la verdad os hará libre”, un incentivo para alcanzar la autonomía
personal. Pero lo que se ha censurado de la frase, en este contexto de
exterminio, es la asquerosa intención de reconocerse cínicos ante el mundo.
El famoso letrero.
Esta es una foto del
Juicio de Nüremberg.
Este era uno de
los lugares preferidos por un sargento mayor, experto en hacer el nudo de tres
vueltas con el que
asesinó a trescientas cuarenta y siete personas condenadas.
Hermann Goering
Horno crematorio
Placa conmemorativa
recordando las 86 víctimas del campo KZ-Natzweiler-Struthof, cuyos cuerpos
fueron utilizados por August Hirt y sus colaboradores para las experiencias
pseudo-médicas realizadas en el Instituto de Anatomía de la Reichstuniversität
de Estrasburgo.
Aquí, en Struthof, funcionaron 18 barracones. El lugar fue escogido en
medio de las montañas de los Vosgos, provincia de Alsacia. La razón, digamos
que una de ellas, era porque la Deutsche Erd-und Steinwerke GMBH, empresa de
propiedad las SS, como quien dice de propiedad estratégica del gobierno nazi,
quería explotar la cantera de granito cercana al sitio. La capacidad del campo
era para dos o tres mil prisioneros obligados a trabajar. Unos trabajaron en la
construcción, otros en la fabricación de armas y municiones, algunos eran
obligados a reparar motores de aviones de la compañía Junker. Aprovechemos para
tocar un punto álgido relacionado con empresas actuales y famosas que se dice
colaboraron con los Nazi de diferentes manera, haciendo riquezas mientras se
aprovechaban del trabajo forzado y esclavitud de millones de personas. Entre
otras: Kodak, además de excluir a los judíos que estaban trabajando, promovió
la misma campaña con otras compañías, y muchos trabajadores suyos eran esclavos
de los campos de concentración; el señor
Hugo Boss fue el encargado de hacer los uniformes Nazis, y gracias a ese
contrato su negocio creció y para ello usó como trabajadores suyos a
prisioneros polacos y franceses; se dice que el señor Ferdinand Porsche, el fundador
de Volkswagen y Porsche, recibió instrucciones de Hitler para fabricar lo que
se conoce como el escarabajo. El señor Porsche era muy amigo del señor Heinrich
Himmler y éste le suministraba cuatro de cada cinco trabajadores, seleccionados
entre los prisioneros de Auschwitz; la compañía alemana llamada IG Farben era
la encargada de fabricar el gas Zyklon B que era el que usaban los nazis en las
cámaras de gas. Los prisioneros eran usados para hacer las pruebas de
funcionamiento del letal método. Se estima que IG Farben es una de las
compañías que recibió más ganancias gracias a los negocios que tenía con el
gobierno Nazi, pero después de la guerra la compañía quebró y una de las
divisiones que surgió es Bayer. También se ha afirmado que la aspirina fue inventada
por un empleado de Bayer llamado Arthur Eichengrun, pero como era judío, reconocimiento
que no le convenía a Bayer, le otorgaron el crédito a Felix Hoffman. Esta
última afirmación está respaldada por Alliance
for Human Research Protection, Pharmaceutical Achievers.; Siemens fue la
empresa fabricante de las cámaras de gas, igualmente usó prisioneros como
trabajadores.
En 1943, profesores de la Universidad de Estrasburgo colaboraron en la
construcción de una cámara de gas y lograron hacer experimentos con gases
venenosos a personas prisioneras pertenecientes a la comunidad gitana. Lo
que existe en la actualidad, donde funcionó el antiguo campo de concentración
de Natzweiler-Struthof es un centro histórico protegido, denominado “Memorial de la Deportación”. El
concepto de deportación hace referencia a los luchadores de la resistencia
francesa que fueron deportados a Alemania. Valga la oportunidad para destacar
que es inevitable sufrir los efectos de una mala energía cuando se está cerca
de este campo. Algunos compañeros eludieron bajar al sitio donde se hallan los
peores recuerdos del macabro exterminio. Digo bajar porque desde la carretera,
donde estaciona el autobús y está ubicado el museo, para llegar a lo que fue el
campo, propiamente dicho, hay que descender un buen trecho caminando. Confieso
que fui uno de los que prefirió sentarse en la raíz de un árbol y meditar sobre
temas diferentes a las consecuencias de una guerra de esta naturaleza. No era
capaz de estar más cerca del lugar donde funcionaban los famosos ahorcamientos,
donde se practicaron ahogamientos y fusilamientos masivos, donde se pusieron en
práctica cámaras de incineración de personas vivas. Aclaremos que no sólo fue
víctima de atrocidades el pueblo judío, también lo fueron los discapacitados,
homosexuales, gitanos, testigos de Jehová, presos políticos, en fin, todos los
que en el absurdo criterio de los nazi podrían constituir un lastre para la
raza aria.
LÍNEA MAGINOT
Otra experiencia que nos impactó fuertemente fue la Línea Maginot. Allí
hicimos un recorrido acompañados por un funcionario francés que con la ayuda de
la traducción al español del profesor Luís Andrés Fajardo, nos iba explicando
paso a paso todo lo que era esa imponente y tenebrosa construcción, y lo que
constituyó para los franceses en términos militares. Hoy, como lo resaltaba
nuestra compañera de viaje, la doctora Margarita Rosa Cortés Velasco, es simplemente
una fortaleza fría y deprimente. Fría, increíblemente fría, pues a treinta
metros por debajo del nivel del suelo, era insoportable el frío. La Línea
Maginot lleva ese nombre en honor del Ministro de Defensa francés André
Maginot, quien fue el promotor de la iniciativa de construir ese sistema
complejo de fortificaciones. Una de las justificaciones de la ubicación y
dimensión de esta inmensa obra militar fue proteger las cuencas industriales y
las minas de las regiones de Alsacia y Lorena que ya habían sido materia de
disputas entre Alemania y Francia. En la práctica la Línea Maginot se erigió en
valioso componente disuasivo frente a una eventual agresión exterior,
especialmente de Alemania, además, la potencialidad de convertirse en una base
decisiva para organizar un contraataque.
OTZENHOUSEN
Aquí vamos a instalarnos
provisionalmente, estaremos un corto tiempo en el desarrollo del programa, luego
saldremos a cumplir los compromisos de la agenda y luego retornaremos a vivir
la etapa final que será eminentemente académica. Será como establecernos en
nuestra sede. Ya no será en hoteles el hospedaje, en los bellos hoteles europeos
que nos brindaron los organizadores, sino en las hermosas y cómodas
instalaciones de la Academia Otzenhousen: un lugar dotado de todo, típico
escenario alemán dispuesto para la reflexión académica y el estudio profundo y
prolongado. Un santuario del silencio del campo, lleno de libros, revistas y
adecuada tecnología, muy bien aprovisionado de la mejor comida germana,
engalanado con un fino y casi imperceptible trato familiar de empleados y
directivos de la Academia, incluyendo el grado de arrojo del encargado del bar,
que tuvo el coraje de imponer un límite riguroso a la venta de cervezas la
noche que España ganó la Eurocopa. Creímos que podíamos celebrar el triunfo
español porque sí, sin límites, porque
en el fondo del alma, y a pesar de toda la historia que sabemos, siempre hemos
guardado una explicable conexión con nuestros antepasados de la península,
también por Joaquín que había sido especialmente fraternal, pero
fundamentalmente queríamos celebrar el triunfo de España para ver brincar a
Curro desinhibido de las ineludibles presiones del viaje.
Claro, que aquí en Otzenhousen hemos
visto que se acerca implacablemente la hora del final del programa y, además,
sabemos que allí nos esperan las grandes emociones, incluyendo la entrega de
diplomas y la cruel despedida, propiamente dicha. Llegaron, por fin, las
conferencias centrales, los esperados disertantes de fondo. Tres colombianos
experimentados causaron la sensación, obviamente sin ellos proponérselo, de que
cada uno de ellos representaba en una competencia olímpica intelectual a su Universidad
de origen: Luis Alfonso Fajardo a la Santo Tomás, Luís Andrés Fajardo Arturo la
Sergio Arboleda y Pablo Elías González Monguí a la Universidad Libre. Con sus
despliegues dialécticos quedamos los colombianos muy bien representados. Los
tres fueron reconocidos al final de las intervenciones con aplausos, y, sin
exagerar, nuestros paisanos fueron ovacionados. El aplausómetro, según el riguroso
pulso del público, arrojó un empate entre los dos Fajardo, que demostraron
idoneidad y profundidad en sus respectivos temas. El Derecho Penal del Enemigo,
tema escogido por Pablo Elías González Monguí, fue tratado con absoluta
maestría, dando lugar a igual reconocimiento del público.
Adicionalmente, aquí en
Otzenhousen experimentamos otras increíbles experiencias intelectuales, como
fuer la magistral ponencia pronunciada por el principal conductor ideológico
del programa, doctor Joaquín González Ibáñez, la muy documentada del doctor
Javier López de Goicochea, la impresionante disertación de la inteligente y
simpática congresista peruana Marisol Pérez Tello sobre temas ligados con los
derechos indígenas, muy cercanos a nuestra postura intelectual y compromiso
social, la incomparable y agradable pieza jurídica pronunciada por el
vicepresidente del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas y Co Director
del Instituto Berg Fabián Salvioli y las exposiciones, complementarias entre
sí, pronunciadas por dos profesores españoles, quienes en medio de la tarea de
conferenciantes confirmaron la noticia de su inminente matrimonio. Además de la
idoneidad de Salvioli impresionó la extraordinaria sencillez de su verbo,
inclusive, cuando profundiza con excelente buen humor tópicos tan complejos
como la hipocresía reinante en los organismos internacionales encargados de la
protección de los Derechos Humanos.
Joaquín
González Ibáñez, acompañando al doctor Salvioli durante su conferencia.
La
Congresista y abogada peruana Marisol Pérez Tello, el doctor Elkin Betancur, la
doctora kkk y el doctor Gilbert López, abogado
peruano al servicio del congreso de su país.
Armando Pérez Araújo, Consuelo González de Perdomo, María del Mar
Martínez Chocue y el General Luis Mendieta, en Otzenhousen, minutos después de
la vibrante conferencia de los dos ex secuestrados.
Estábamos preparados para
escuchar las explicaciones de la Congresista colombiana Consuelo González de
Perdomo y del general Luís Mendieta sobre el prolongadísimo secuestro de ambos,
tema doloroso y complejo desde el punto de vista de las múltiples y extendidas
violaciones de los Derechos Humanos.
El ambiente de expectación humana
lo propició, inicialmente, el doctor González Ibáñez con unas precisas y
sentidas palabras que sugerían el desarrollo sensible del momento. Siempre el
doctor González Ibáñez, en las diferentes intervenciones, estuvo tierno y justo,
digamos que muy delicado y cálido, persistentemente cuidadoso desde el ángulo
lingüístico del idioma castellano. El temple de sus palabras precisas, en esta
ocasión más solemnes que nunca, acompañadas del dolor y de lo que él llamaba el
privilegio de tener de cerca a este par de testigos, generaba una rara mescla
de sentimientos de toda índole. Uno de ellos muy parecido a la culpa era la
inevitable pregunta que empezábamos a formularnos los colombianos que hoy
fungíamos en Europa como Defensores de los Derechos Humanos: ¿qué habíamos
hecho por la paz y los secuestrados del país?
Otro ingrediente externo,
adicionalmente inesperado, pero que ayudó a aliñar sicológicamente la circunstancia
de por sí conmovedora, fue la no programada intervención del general Rafael
Parra Garzón, que saltó a la palestra del auditorio como espontáneo, como
queriendo que no se dejaran por fuera dos o tres cosas, muy ligadas a la
percepción y respeto profesados por él a su amigo y colega general Luis
Mendieta. Fueron palabras cargadas de humana emotividad y adornadas con un
cierto tinte marcial. Fue, además, un sensible ejercicio testimonial referido a
las dificultades propias del militar y a la persona humana mancillada, en la
fase posterior al secuestro del General. En todo caso, ya las condiciones del
escenario académico se tornaron maduras para lo que venía. En primer lugar, la
conferencia de Consuelo, enmarcada en la presentación de una obra literaria y
artística sobre su secuestro, de la autoría de un gran amigo suyo. Luego
vendría, la que pensamos sería una exposición de apoyo a la primera, es decir,
un refuerzo a la conferencia de Consuelo en todo aquello que resultare menester
recordarle a la conferencista. Pero no. Ambas intervenciones fueron igualmente
dramáticas, ambas irremediablemente desgarradoras, igualmente dolorosas y
excelentemente bien narradas, sin exageraciones de ninguna índole. Ambos, la
Congresista y el General, fueron simple y llanamente irrefutables, intelectualmente
lúcidos y argumentalmente irrefutables. Las exposiciones respectivas,
pronunciadas de forma complementaria, una dándole lustre a la otra y viceversa,
para nosotros los colombianos que somos desafortunadamente expertos en escuchar
este tipo de narraciones, estuvieron por encima de nuestras normales
expectativas.
Me Jodieron
Empecemos por decir cómo fue que
la Congresista Consuelo González de Perdomo presintió que estaba a punto de ser
secuestrada. Fue con una muy colombiana expresión, con un "me
Jodieron" como reaccionó asustada Consuelo González de Perdomo, aquel 10
de septiembre, en el preciso momento de su secuestro, indicándole a su chofer
de esa manera que algo parecido a la muerte estaba por ocurrirle, o, mejor, que
ya le estaba ocurriendo en ese instante de su vida. Ocurrió, un 10 de septiembre
del año 2001 cuando, súbitamente, de un lado y otro de la concurrida y acostumbrada
carretera o camino, de manera inequívocamente malévola, aparecieron varias personas
armadas que segundos después, sin tanto preámbulo y sin mediar forcejeo alguno,
en un santiamén tiraron al suelo al conductor, llevándosela en su propio
vehículo campero hacia el lugar más oscuro y siniestro de la selva en el sur
del país. El lugar de la fatídica cacería humana, donde los guerrilleros del
Frente Teófilo Forero montaron la trampa para atraparla, fue la orilla de un
atajo rudimentario e ineludible del camino acostumbrado de la víctima,
construido para sortear el paso de ciudadanos por un costado de un puente
deteriorado, inservible, como la mayoría de los puentes de una región como
esta, aislada, afectada por la violencia y la indiferencia del poder central del
Estado colombiano, un puente cualquiera de la vía que conduce de su natal
Pitalito a la ciudad de Neiva, en el departamento del Huila. Los secuestradores
atravesaron esta localidad con la Congresista dentro del vehículo, con la mayor
tranquilidad y desparpajo, como ya se dijo, sin despertar sospecha, pero,
obviamente, asumiendo un terrible riesgo para víctima y victimarios, en caso de
que el criminal procedimiento hubiese abortado por algún factor previsible, a
la luz de los dictados del sentido común de cualquier ser humano. Los
secuestradores se dieron el lujo, si se me permite la inadecuada expresión, de
llevarse a la Congresista en su propio vehículo, como ya se dijo, no tirada en
el piso del automotor, tampoco oculta en el maletero del mismo, sino sentada “normalmente”
en el lugar acostumbrado del cojín de atrás de su campero Mitsubishi, como si
nada grave estuviera ocurriendo, circulando por las calles y frente a plazas y
parques concurridos, como cuando ella lo hacía feliz y tranquila para ir a
visitar a su familia, amigos o copartidarios, dentro del perímetro urbano de la
ciudad donde esta popular víctima era reconocida como la más destacada y
querida líder en esa fase de su sobresaliente carrera política. Nadie, que
hasta ahora se sepa, y a lo mejor era lo más conveniente que sucediera, sospechó
que en la camioneta de Consuelo iba ella en calidad de secuestrada, acompañada
de sus captores, con rumbo fijo a la cómplice montaña.
Recuerdo que en algún momento de su elocuente
y triste intervención Consuelo textualmente admitió, como algo supremamente
normal y explicable, aquello de que "todo secuestrado acaricia la
posibilidad de escapar". Yo agrego que fue, tal vez en esta oportunidad,
la de haber transitado por la ciudad de Neiva y ver tanta gente conocida y
amiga en el camino, cuando a ella se le asomó en la garganta del alma esa
primera posibilidad de gritar y fugarse; claro, que eso es lo que creo en mi
teoría de simple observador en la lejanía del tiempo, pero otra cosa bien
distinta era sentir la ametralladora en la costilla, y, además, creer en la
posibilidad de que su secuestro político no estuviera calculado para largo rato.
Esto de pensar en fugarse,
aparentemente un sentimiento obvio del rehén, no es cosa de poca monta, pues es
un tema absolutamente complejo y excepcional que lo explicaron muy bien, la
Congresista y el General, a propósito de la dilucidación que hacía ella de uno
de los cuadros de Mario Ayerbe González, que ilustra su excelente obra
pictórica bautizada como " De la
sombra a la luz, Imágenes del secuestro", en la cual aparece la
silueta de un hombre huyendo, que escapa del secuestro a la luz, que seguramente
correspondía a la representación que el artista tenia del pormenorizado relato
de su fuente, Consuelo. Resaltemos que esta forma diferente y profunda de
contar y hacer perdurables historias tan extensas y dramáticas como esta es una
magnífica idea de aprovechar el potencial artístico de gente como Ayerbe González,
quien se concentró durante un año a la estremecedora tarea de realizar con la
mayor lealtad y exquisito colorido espiritual la representación artística del
doloroso y largo secuestro de Consuelo. Impactante, por ejemplo, la explicación
que Consuelo hizo de uno de los cuadros del artista, es decir, de uno de los
peores ratos de su secuestro, un cuadro completamente negro, el cuadro de la
noche más oscura, donde tal vez brillaba un poco algún destello del plástico
que le sirvió de cama y cobija. De una noche en la que Ir rutinariamente al
chonto era la decisión más desagradable. El chonto era un lugar más indigno que
el peor retrete del mundo, es decir, un sitio en el suelo para defecar, al cual
había que llegar acompañado de alguien con quien se hallaba inevitablemente
encadenado, un momento especialmente desagradable e indigno para las mujeres.
Esto lo resaltaba Consuelo llorando ante nosotros, precisamente un día después
de haber estado con ella visitando Struthof, lugar donde se recuerda uno de los
horribles campos de concentración del holocausto. Allí, en ese sitio de la peor
crueldad nazi, sí existían baños, recordaba inconsolable, haciendo semejante
comparación que también tuvimos la oportunidad de corroborar.
Un radio para dos, interrumpió temerosamente
el General Luis Mendieta, recordándonos con este nuevo ejemplo que había que
sobrevivir de cualquier manera, que había que aprovechar lo máximo las baterías
del radio, decía, lleno de excepcional emoción frente un público fraternalmente
atento. Temerosamente, digo, porque él parecía estar pensando, de hecho así lo
expresaba tímidamente, que su repentina evocación podría caer en una franja de nimiedades,
que no podría ser valorado en su verdadera dimensión por nosotros, sus
compañeros convertidos en sus fraternalesespectadores. No señor. Nosotros ya
habíamos aprendido a valorar con grandeza e inmenso dolor que la división de una
intrascendente batería de un radio portátil hacía parte de un asunto
esencialmente vital y de algo de altísimo interés logístico para el ser humano,
materialmente encarcelado en una maldita jaula de alambre de púas. Algo,
eminentemente sustancial para la supervivencia espiritual del individuo
secuestrado, era esa fracción de la trivial batería que entrañaba la
probabilidad de conocer algún mensaje de su familia, de escuchar noticias,
cualquier noticia, entre éstas la de enterarse del aliento que generaría la
información que mínimamente sugiriera la eventual decisión favorable de
gobierno o guerrilla, inclusive, de tener la posibilidad de escuchar una vieja
y tierna canción de amor. La única noticia que seguramente no deseaban escuchar
los secuestrados eran las metidas de pata del gobierno, cuando lleno de
soberbia desechaba arrogantemente el camino de la paz negociada políticamente
con la subversión. En todo caso, esto de dividir la utilización de una simple
batería de un radio constituía una decisión de vida o muerte. Era como saber
guardar correctamente la comida, en épocas de escasez.
Otra experiencia que nos produjo
dolor, dolor profundo, que nos hizo llorar nuevamente y por enésima vez, fue
cuando el General Mendieta explicó el funcionamiento de las mal llamadas
cárceles diseñadas como jaulas o, si se prefiere otra descripción, jaulas usadas
como cárceles, que una cosa es haberlas visto por la televisión, esas imágenes patéticas
de tramados de alambre de púas, que habíamos observado boquiabiertos y abismados
los ciudadanos de todo el mundo, y otra bien distinta era la descarnada
descripción que Consuelo y el General hacían de cómo era que esa crueldad
funcionaba día a día. En estos momentos lloraban ellos, los conferenciantes y
nosotros, los simples mortales, que no resistíamos saber más de los detalles de
crueldad de las aventuras y enseñanzas dolorosas de este par de gigantes, seres
humanos ejemplares y siempre portadores de un rotundo mensaje de paz. Disimuladamente
y como pude miré alrededor mío porque creí que estaba solitario en un incontenible
mar de lágrimas, pero encontré gimoteo y sollozos por todos los costados,
hombres y mujeres cabizbajos hipando abundantemente. Lloraba el general Parra,
Mireya Mendieta, los profesores Fajardo, Elkin Betancur, el sacerdote Jorge
Ferdinando Rodríguez, Pilar Rodríguez Arias y sus compañeros de la Cámara de
Representantes lloraban, Joaquín y Curro, Marisol y Gilbert, Antonio y su mujer,
Samuelito, Melissa, María del Mar, Josefina, Pablo Elías y su hija, Gerardo,
Sandra, Carlos Andrés y Andrés, todos llorábamos de la profunda emoción de
estar graduándonos en el más alto escalafón humanitario, con excelentes
calificaciones, luego de este especial y vívido ejercicio de educación
testimonial en Derechos Humanos, en esta conmovedora versión, exclusiva y
especial, rendida por dos extraordinarios personajes de la reciente historia de
Colombia. Edward Cleves no dejaba de llorar desde que en uno de los pasajes emotivos
de su exposición Consuelo se refirió a él, hoy su asistente y desde aquél
momento su mano derecha, como uno de los símbolos del dolor de su secuestro,
igual que lo fueron otros colaboradores cercanos, como su propia familia
atormentada, naturalmente. A todo lo anterior le faltaban dos últimos
ingredientes aportados por el General Mendieta: uno, el anuncio formal y vibrante,
en medio de la mayor afectividad hacia nosotros, es decir, a la dinámica humana
del grupo de estudiantes colombianos y peruanos, diciendo que después de su
secuestro, era la primera vez que se hallaba pletórico de fraternidad, dentro o
fuera del país, era la primera vez que lograba desahogarse completamente después
de su liberación, era la satisfacción de sentirse nuevamente libre por cuenta
del afecto y cercanía que había descubierto en este grupo de estudiantes de
Derechos Humanos. Era este el momento más feliz de su nueva vida, al lado de
nosotros, después de su liberación. Para nosotros, eso sonó como habernos
premiado el General Mendieta, con el honor de pertenecer a su cercana familia.
Lo otro que faltaba para llenar la copa de las emociones ocurrió al final de su
narración, cuando el General Mendieta nos hizo el recuento de cómo los
secuestradores le deslizaron la noticia del fallecimiento de uno de sus hijos,
noticia desgarradora y cruel que se alojó por varias semanas en su alma herida
y humillada, pero que afortunadamente se desvirtuó el 13 de Junio de 2010, día en
que se produjo su liberación, cuando atragantado de esperanzas y temores
durante larguísimos segundos, pudo comprobar con sus propios ojos que su hijo
estaba vivo, estaba allí feliz esperando la llegada de su padre, después de
doce años de repugnante cautiverio, y que sólo fue una especulación macabra,
probablemente fraguada para menguar su inquebrantable fortaleza en los últimos
días de su secuestro.
Recientemente, cuando leía
algunos documentos de la Segunda Guerra Mundial, a propósito de la preparación
de esta crónica, encontré una explícita y demoledora frase adjudicada a uno de
los sobrevivientes de la guerra, que inmediatamente la leí, me acordé de
Consuelo, del General y de todos los sobrevivientes del secuestro en mi país,
no sé por qué. Alguien escribió: sobrevivir fue nuestra venganza.
Este fue uno de los momentos más interesantes en Otzenhousen. Josefina,
Samuelito y el autor de esta crónica acompañando al profesor Luis Alfonso
Fajardo, minutos antes de que éste iniciara su ponencia sobre Derechos Humanos
Internacionales. Estábamos jugándonos en ese instante el prestigio de la
Maestría de Derechos Humanos de la Universidad Santo Tomás en un lugar de
Alemania muy querido para nosotros.
Después de Otzenhousen lo que
originalmente estaba programado era regresar a Madrid el día siguiente y luego
partir cada uno para su lugar de origen. Pero, una vez disuelto el grupo grande
del programa, se conformaron pequeñas compañías para conocer algo nuevo de
Europa, durante dos o tres días, siempre que estuviese al alcance del
presupuesto y obviamente resultare atractivo para nuestras expectativas suramericanas.
Samuelito, Josefina, María del Mar, el profesor Fajardo Arturo y su señora
María Eugenia, madrugaron para París; Elkin lo hizo para alguna ciudad de
Alemania a encontrarse con su hijo; Melissa, Carlos Andrés y Andrés salieron
para Palma de Mallorca, Gilbert y Marisol regresaron a Lima, Consuelo y los
generales Mendieta y Parra de compras a Toledo. Mi decisión estaba influenciada
por mi frustrada pasión de conocer Madrid y algo de la España agraria, ojalá
algunos sitios de los que antes fueron importantes minas como la región de
Castilla. Lo de la España agraria constituye algo así como una especie de
tendencia sanguínea, natural y permanente, de reencontrarme con mis ancestros
campesinos europeos.
Mi decisión, pues, fue viajar
temprano a Frankfurt y conocer fugazmente algo de esta cosmopolita ciudad, la
más internacional de Alemania y el mayor centro financiero de Europa. La ciudad
de los rascacielos y museos, la tierra natal del científico, poeta y dramaturgo
Goethe, aquél que alguna vez escribió esta frase muy pertinente para nosotros
los colombianos, especialmente para quienes estamos en estos tejemanejes de la
protección y defensa de los Derechos Humanos: “Quien en nombre de la libertad renuncia a ser el que tiene que ser, es
un suicida en pie. La libertad, como la vida, sólo la merece quien sabe
conquistarla todos los días.”
Coincidimos, en este propósito de
visitar durante cuatro o cinco horas Frankfurt, antes de regresar a Madrid, los
doctores Gerardo Bernal, Pablo Elías González Monguí y su hija, Margarita Rosa
Cortés Velasco, Sandra Lorena Cárdenas Sepúlveda, Mireya Mendieta y este
servidor. Salvo el tropiezo que sufrimos con la pérdida de la maleta de Gerardo,
cuando se nos olvidó subirla al tren y se quedó abandonada en la Estación, incidente
que terminó con dos rigurosas comprobaciones complementarias: la primera, que
quedó absolutamente desvirtuada la sospecha de que la maleta habría sido robada
por los oficiales de la empresa administradora del servicio del tren, cuando
estos descubrieron que en su interior iba guardada una tableta I Pad, de última
generación; la otra demostración irrebatible fue llegar al máximo nivel de
certeza probatoria respecto a la fama de descuidado y olvidadizo de que goza
Germán entre sus amigos y compañeros de estudio, pues el final feliz de este I
Pad fue haberlo hallado el mismo Gerardo en un escondite de otro maletín de su
propiedad. Lo que sí perdimos, dolorosa e irreparablemente, fueron dos horas
preciosas que pasamos en la infructuosa búsqueda alrededor de todo tipo de
hipótesis. Claro, que este ejercicio improductivo de dos horas, corriendo de un
lado para otro en la estación principal del tren en Frankfurt, por culpa de la
permanente distracción de Gerardo, fue compensada con creces con su
caballerosidad, solidaridad y excelente don de gentes. En horas de la tarde
llegamos al aeropuerto de Frankfurt con destino a Madrid.
No fue difícil encontrar sitios
interesantes en Madrid para conocer, una ciudad bellísima y con muchos
atractivos históricos y arquitectónicos. La recomendación que acatamos para
visitar algo diferente y comprar detalles a la familia y amigos fue la hermosa
y cercana Toledo, la capital de la Comunidad Autónoma de Castilla – La Mancha,
lugar a donde se puede ir y regresar el mismo día, y donde se dice que se
inspiró Miguel de Cervantes Saavedra para escribir El Quijote de la Mancha,
obra magna de la literatura universal. Es cierto lo que se afirma cuando se
dice que ir a Toledo es como subirse a una máquina del tiempo y llegar a la
ciudad medieval por excelencia, ciudad imperial de molinos y monumentos. Allí,
en Toledo, Gerardo se distrajo nuevamente y se perdió del grupo, seguramente
por estar embelesado con uno de los cuadros de la Catedral gótica o por estar
deslumbrado admirando a la mismísima gorda. La gorda es el nombre con el que se
conoce popularmente a la Gran Campana, parte importante y emblemática de la extraordinaria Catedral. Fui el primero
en descubrir que Gerardo estaba extraviado en los medievales callejones de la
ciudad imperial, cuando nos encontramos, ambos irremediablemente distraídos, y
yo entretenido, saliendo de una tienda de artesanías, comprando llaveros con
los nombres de amigos y familiares. Con la ayuda de transeúntes y la de un
papelito, donde habíamos escrito previsivamente el nombre del lugar y hora de
encontrarnos con el resto de los compañeros del breve tour, tuvimos la suerte
de abrazarnos nuevamente con Margarita Rosa, Sandra y Mireya.
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