jueves, 15 de octubre de 2015


BOMBA DE TIEMPO (8)

No me produjo ninguna satisfacción haber descubierto el agua tibia, es decir, haber comprobado en nuestro oportuno diagnóstico los ingredientes de la creciente y explosiva crisis de la frontera con Venezuela, particularmente del lado de La Guajira. Esa certidumbre y el sonoro rifirrafe de la semana pasada entre presidentes y cancillerías nos dejaron varias lecturas, destacando entre ellas el predominio del fenómeno jerárquico de los medios de comunicación y redes sociales sobre el buen juicio que debería imponerse en la orientación de los gobernantes de ambos lados. En consecuencia se hace menester ahora, ratificarnos y profundizar en lo que creemos ha sido esencial en el análisis, que es que al PUEBLO WAYUU le están faltando las fundamentales garantías que, precisamente, se dice tiene la etnia en los artículos de nuestra Constitución Política y en nuestro bloque de constitucionalidad, para referirnos sólo a lo que corresponde a la parte colombiana. Hoy no podemos prescindir del examen del respetable y atractivo anuncio político del Presidente Maduro, a propósito de ordenar el cierre de la frontera a la altura de Paraguachón, de aprovechar para luchar por las libertades del pueblo indígena y acabar con sus problemas ancestrales y contemporáneos, especialmente garantizarle su libre movilidad en territorio fronterizo. Suponiendo que tanta belleza sea verdad, o sea, que ello ocurra de forma fluida, correctamente, y se desarrolle de manera estricta, también la circunstancia nos permitirá transparentar con mayor claridad el mismo punto de la siguiente manera: en primer lugar, vamos a referirnos al quimérico paraíso prometido por la doctrina social de Maduro, que convertiría el caótico territorio de hoy, en soñado escenario de múltiples garantías y derechos, suponiendo que tanta belleza sea verdad, insisto, y no hay razón para dudarlo. En segundo lugar, la pregunta que necesariamente nos surge a borbotones es la siguiente: ¿qué pasará con la otra parte, la parte del territorio étnico dominada por la jurisdicción colombiana?. Ahí está el detalle, como dijera el célebre humorista mejicano, pero cualquiera que sea la respuesta hallada no modificará muy poco las conclusiones fáciles a que hemos llegado, a saber: a) se consolidará la ruptura del territorio wayuu, así se prediquen y practiquen la cacareada libertad de tránsito terrestre y otras garantías propias del pueblo indígena; b) se fracturará aún más la integridad autonómica del pueblo wayuu y se estimulará el creciente ritmo de la pérdida de la identidad colectiva del pueblo wayuu; y c) la conclusión más importante de todas será que no habrá ninguna decisión unilateral que sirva. Sólo podrán asegurarse temas como la autonomía, la dignidad humana, la identidad étnica, la integridad territorial, en fin, la seguridad jurídica del pueblo indígena, si todos estos derechos y garantías se otorgan mediante la suscripción de un instrumento internacional vinculante., suscrito por los dos estados nacionales.

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